Recientemente se han reportado diversos enfrentamientos entre grupos rivales del crimen organizado en Tamaulipas. El gobernador, Américo Villarreal, respondió al respecto negando la gravedad de la situación: "Tamaulipas está en calma". Un día después, el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, el general Sandoval González, informó que en San Fernando "ya no hay bloqueos". Pareciera que las autoridades pretenden desinformar sobre estos graves hechos. Pero vayamos por partes.
Cuando escuchamos de un enfrentamiento de grupos criminales rivales en Tamaulipas, pareciera que fuera algo repetitivo; Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo han sido sede de feroces enfrentamientos entre diferentes cárteles, situación que lleva al menos tres lustros de expresarse de manera cruda, recurrente y sistemática. Con todos los costos que ello conlleva en materia de riesgo e inseguridad para las comunidades.
Pero lo que ocurrió a lo largo de la semana pasada en San Fernando, posee implicaciones mucho más graves y con posibles repercusiones de alto riesgo para la ciudadanía, considerando que se trata de un fenómeno criminal de doble faz. Por un lado el Cártel del Golfo se ha fraccionado en grupos que luchan internamente por el poder territorial. Aunado a lo anterior, uno de ellos se ha aliado al segundo cártel mexicano más poderoso, que ha decidido invadir y apropiarse de rutas al interior del territorio tamaulipeco.
Esta organización criminal invasora proviene del centro occidente y ha dejado una estela de muerte y desplazamientos de la población en diferentes entidades federativas del país, a las que ha intentado invadir previamente, como lo ha sido en Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí.
La forma de operar de esta organización criminal implica expandirse estableciendo alianzas con los grupos delictivos locales, a los que empodera y acuerda la repartición de las ganancias económicas. En este caso, la alianza con una facción del cártel del Golfo, representaría una acción clave de jugada de ajedrez de gran potencial para el desarrollo de los negocios criminales.
El cártel del occidente mexicano, conocido como Jalisco Nueva Generación (CJNG), posee una estructura de mando basada en nexos familiares, y su estrategia de expansión implica acuerdos y sociedad con grupos criminales geográficamente distantes. Se trata de una organización criminal que ha destacado por contar con un ejército privado, con alta capacidad de fuego, ha desafiado al ejército mexicano en múltiples ocasiones, son expertos en el uso de drones explosivos, así como en derribar helicópteros artillados.
El ejército privado del cártel se compone de soldados mercenarios, que entrenan a jóvenes que reclutan por internet, y también lo hacen a manera de leva, privándolos de la libertad e incorporándolos a un entrenamiento militar forzado, para después integrarlos a diferentes campos de batalla. La estrategia incluye invadir territorios con el uso de camionetas blindadas, los conocidos "Monstruos", que poseen un blindaje artesanal, utilizando estos vehículos para internarse en grupos numerosos y tomar pueblos y ciudades enteras.
En este intento encuentran una férrea resistencia por parte de los grupos locales, como el caso en Michoacán con las Autodefensas de esa región. En la refriega que se observó recientemente en San Fernando, se puede identificar un convoy de alrededor de 20 camionetas con siglas del CJNG. Podemos considerar que al menos viajaban en cada una cinco sicarios, por lo que estaríamos ante una unidad de al menos 100 efectivos, el equivalente a una compañía militar. Suficiente para poner en jaque a una pequeña comunidad como lo es San Fernando.
Las autoridades han minimizado los hechos, el secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas pidió que no viajen de noche. El gobernador de ese estado dijo: "Afortunadamente están las cosas en calma, no hubo ningún daño, ni ninguna situación que agraviara a la población civil"; y en el mismo tono negador de la realidad, el presidente mexicano decidió aludir a la teoría clásica del complot, al señalar que existe "una lanzada política en contra del gobernador", y añadir literalmente: "¿De parte de quién?"
Es un mal hábito de los políticos el buscar siempre culpables, y si no existen, los inventan. Una máxima no escrita del poder es clara: "¿Tienes a quien echarle la culpa? Si es así: ¡Hazlo!" Esto es lo que han hecho los gobiernos estatal y federal hasta el momento. Lo realmente preocupante es que las autoridades no se escandalicen ante los hechos, que lo asuman como parte de una normalidad violenta que hay que tolerar, mientras "no afecte" directamente a la comunidad. Siguen la misma filosofía básica que profesaba, tiempo atrás, la prima Licha de Montemorelos, cada vez que veía un pleito decía: "¡Tú no metas, déjalos que se maten solos!"
Volviendo a la realidad de los hechos, estos ocurrieron en el valle de San Fernando, que incluye los municipios de Burgos, Cruillas, Méndez y San Fernando; fue en la localidad de Jiménez, donde el viernes pasado apareció el convoy con las siglas del CJNG. También se ramifican los balazos y los bloqueos hacia Reynosa y Matamoros, considerando que San Fernando se encuentra en el centro del estado tamaulipeco, ubicación geográfica estratégica.
Según la hipótesis más plausible en este caso específico, se trata de una incursión del CJNG hacia territorio tamaulipeco, en donde se encuentran varias facciones del cártel del Golfo enfrentadas. Los Escorpiones, los Metros, los Rojos, los Ciclones, los Primitos, las Panteras y Fuerzas Especiales Grupo Sombra son los grupos que pelean los diferentes municipios. Uno de ellos, seguramente el más débil militarmente, para sobrevivir estableció una alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación.
El CJNG es el segundo más fuerte a nivel nacional, actualmente en búsqueda de rutas hacia la frontera norte, especialmente cuando el área noroeste ha sido acaparada por cárteles rivales, debido a ello, han vuelto a ver al noreste de México. Este se encuentra dominado por el Cártel de Golfo y el del Noreste. Cualquier alianza que logren establecer con alguno de ellos o alguna facción, será de gran alivio para encontrar nuevas rutas de acceso a la frontera norte.
Esta nueva etapa de la narco guerra en Tamaulipas va a ser prolongada, el CJNG necesita tener acceso a nuevas rutas, así que no quitará el dedo del renglón. Nos importa también el conflicto por la cercanía que posee con respecto a Nuevo León. Según las autoridades estamos vacunados ante el "efecto cucaracha", que trata de la migración de sicarios hacia áreas circunvecinas; pero ya comprobamos que éstas son especialistas en negar la realidad, minimizando los hechos.
Por lo pronto, el mes de abril en Nuevo León fue el más violento en la última década, con 126 homicidios dolosos. Esperemos que la lucha de facciones y la incipiente invasión a Tamaulipas no se extienda hacia los alrededores, e incremente más la inseguridad en Nuevo León y Coahuila.