Salud mental

Atender la salud mental pareciera ser siempre la conclusión ante acontecimientos lamentables que suceden en el entorno

Atender la salud mental pareciera ser siempre la conclusión ante acontecimientos lamentables que suceden en el entorno. 

Para muestra el fin de semana pasado.

El candidato presidencial y expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, sufrió un atentado que puso en riesgo su vida. El tirador, Thomas Mattheu Crooks, de 20 años, utilizó 8 balas para disparar desde un tejado a 150 metros del candidato. Fue descrito por sus compañeros como tranquilo, pero víctima de Bullying, estaba registrado en el Partido Republicano y se desconocen sus motivaciones para realizar el atentado. Un testigo aseguró que había advertido a la policía por la presencia del tirador, pero no se hizo nada. El agente que mató a Thomas aseguró que recibió la orden de no disparar, pero tomó la decisión de hacerlo lo que le costó el trabajo por no seguir órdenes. Algunas explicaciones de este acontecimiento hablan desde la posibilidad de un montaje hasta omisiones tendenciosas y negligentes por parte del servicio secreto de gobierno de Estados Unidos.

Lo cierto es que después de este lamentable hecho, se consolida un candidato, ahora héroe, que además de tener la capacidad de evadir acusaciones legales y cuestionamientos éticos, "por la mano de dios", según expresó una congresista republicana, se salva de un atentado y herido saca fuerza para levantar el puño y gritar "luchen, luchen" (figth, figth!). Sin duda Trump aprovechará el acontecimiento para resaltar el sentido patriótico y necesidad de defensa ante los riesgos a la nación. Prometió permanecer "desafiante frente a la maldad". No se puede minimizar el incidente.

Por otra parte, vimos aficionados alterados y desesperados por entrar sin boleto al partido de la final de futbol de la Copa América, un encuentro entre Argentina y Colombia. Aunado al enojo de quienes fueron estafados por comprar boletos falsos, la multitud decidió romper una puerta y entrar por la fuerza al estadio de Miami creando caos, confusión y sobre todo poniendo en riesgo la integridad de los asistentes, empleados y jugadores. Hubo gente que ingresó por los ductos del aire acondicionado, saltaron bardas y ocuparon lugares que no les pertenecían; las escaleras eléctricas fueron vandalizadas y los túneles y accesos fueron colapsados. El partido inició con una hora de retraso con un estadio excedido en su capacidad de espectadores. Era necesario tomar medidas para evitar la posibilidad de una catástrofe agravada por los resultados del encuentro deportivo, afortunadamente no sucedió, pero los directivos no tuvieron contundencia para proteger a los asistentes, fue más importante el espectáculo.

Y luego el caso de Paola Andrea Bañuelos, la chica que fue asesinada en Mexicali cuando tomó un auto de aplicación para llegar a su casa. Era una universitaria con muchos planes y sueños. En el trayecto, el chofer y otros dos sujetos perversos la abusaron y mataron. Lamentablemente la tipología del caso se repite con facilidad porque las autoridades no resuelven el delito. Los papás del chofer lo entregaron a las autoridades. No se puede normalizar este tipo de hechos.

Más allá del enfoque de seguridad, estos casos superaron límites personales, sociales y públicos, lo cual hace resaltar la afectación mental que altera el equilibrio en la relación de la persona y el entorno que la rodea. 

La salud mental incluye el bienestar biológico, emocional, psíquico y social y determina cómo siente, actúa y reacciona una persona ante situaciones reales, o percibidas, que se consideran críticas.

A nivel global, alrededor de 970 millones de personas viven con algún tipo de trastorno mental. Estos trastornos pueden afectar significativamente la vida cotidiana, causando dificultades en las relaciones personales, el trabajo y el bienestar general.

Los sistemas de salud en muchos países carecen de los recursos necesarios para brindar una atención adecuada. Esto resulta en amplias brechas de tratamiento y atención de baja calidad, que a menudo está acompañada de estigmatización y discriminación hacia las personas que padecen estos trastornos.

Según el IMSS en México tres de cada 10 personas padecen algún trastorno mental a lo largo de su vida y más del 60 por ciento de la población que sufre alguno de ellos no recibe tratamiento. 

En el país hay 35 hospitales psiquiátricos distribuidos de manera desigual en Ciudad de México, Estado de México y Veracruz. Además de estos hospitales, hay otros centros de atención, como los Centros Integrales de Salud Mental (CISAME) y los Centros de Atención Primaria en Adicciones (CAPA), que suman 66 y 341 respectivamente; hay 408 psiquiatras. Nuestro país ocupa el segundo lugar en el mundo en discriminación hacia los enfermos mentales. Evidentemente estos indicadores no son buenos.

Aunque la relevancia de la salud mental ha cobrado mayor visibilidad en los últimos años y de manera especial a partir del COVID, urge incluir esta problemática entre las prioridades de salud de México

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com