Quiero la Presidencia, voy con el Escorpión Dorado

La diferencia con un entrevistador inglés es que este señor, de nombre Alex Montiel, va enmascarado de luchador y su personaje es grosero, irreverente.

Yo no sabía quién era Escorpión Dorado. Lo tuve que averiguar esta semana: por si usted tampoco estaba enterado, es un poderoso youtuber mexicano de 41 años que tiene 9.2 millones de seguidores en su página denominada Peluche en el estuche. Sí, así de elegante se llama. El caballero echa mano de un método de entrevistas que no es nuevo, ya que resulta habitual en otros países y previamente había sido utilizado en México: aparece en un vehículo, conduce por algunas calles, y durante el periplo charla con sus invitados.

La diferencia con un entrevistador inglés es que este señor, de nombre Alex Montiel, va enmascarado de luchador y su personaje es grosero, irreverente, majadero, machote, diría que misógino, y conecta muy bien con tanta gente porque tira las netas que cualquiera quisiera lanzarle a quienes osan treparse en su camionetota.

¿Cuál es la relevancia —hoy— de este Escorpión Dorado? Que inauguró la carpa 2024, el circo de la política mexicana en su más rebuscada expresión. ¿Cómo lo hizo? Fácil, invitó a Claudia Sheinbaum, la favorita para suceder a Andrés Manuel López Obrador, para que subiera a su camioneta y ella, a la búsqueda de simpatías luego de tantos reveses, aceptó. Una personalidad usualmente fría como la Jefa de Gobierno, que suele ser sobria, parca, no parecía la persona ideal para exponerse a semejante vodevil de peladeces, probables albures, e incluso insinuaciones poco gentiles y dos que tres buenos momentos de inteligencia humorística:

(https://www.youtube.com/watch?v=RBpcTiE9bpk).

La estrategia de la Jefa de Gobierno de mostrarse vulnerable, de estar a merced de un enmascarado y sus súbitas y léperas ocurrencias, de aguantar preguntas sin filtros (hasta sobre su vida privada), incluso de llevar al personaje a la intimidad de su oficina después del road trip, todo para sacudirse la imagen acartonada que la acompañaba, fue de altísimo riesgo y el experimento le salió aceptablemente bien, pero nos exhibió nítidamente que ella y sus compañeros de partido están dispuestos a hacer todo (lo que sea, incluida la posibilidad de recibir una despiadada humillación), con tal de alzarse con la candidatura presidencial de Morena, lo que probablemente conducirá a uno de ellos a Palacio Nacional.

Luego de observar a Claudia tan metida en el show, tan decidida a cambiarse a ella misma en aras de ganar la Presidencia, tuve dos sensaciones: la primera fue como una especie de alivio porque no le fue tan mal (en varios momentos, ya relajada, realmente parecía gozar la travesía y se carcajeaba), y porque ciertamente se ha vuelto más natural, como en la plenaria de Morena, donde mejoró su forma de hablar y de aplomarse en un escenario (https://www.youtube.com/watch?v=n0JwrVjAAnc).

Y la segunda sensación que tuve fue como de desasosiego, una percepción pesimista en el sentido de que los políticos mexicanos de esta segunda década del siglo han trivializado todo a punta de confrontaciones estériles, de polarizaciones incesantes, de vaciedad discursiva, y que por ello estamos ante una interminable farsa donde las ideas cedieron su espacio para circunscribirse a la nada: Twitter, Facebook, YouTube y TikTok.

Ahí, en esos despiadados y salvajes campos de batalla de la banalidad política y la fugacidad mental, yace la esencia de cartón de la vida política mexicana, cada vez más alejada de los tantos problemas que padecen las mujeres y los hombres de este país tan desigual y criminalizado.

Felicidades, Damas y Caballeros de Morena, PRI, PAN, Movimiento Ciudadano y anexas, gocen mucho la vaciedad que les depara su dorado mundo escorpión. Mientras, no se preocupen, ya nos la sabemos, que se joda México.

Y si quiere, lector, vaya a la versión digital de esta columna, donde charlo con una IA sobre estos temas…