Parece que forman un coro gigantesco con sus cantos, para luego convertirse en una invasión en nuestros aires, salen muy temprano de los pocos árboles que aún quedan; vuelan, se escapan del caos que es la ciudad, van entre el tráfico de los coches detenidos, como queriendo estrellarse en los parabrisas o tal vez solo pasar los más cerca de nuestras ventanas y reclamarnos los espacios verdes, los árboles que les hemos tirado por “el progreso”.
Ese espectáculo de cientos de urracas lo veo cada mañana, cada noche al ir o venir de mi casa en Santiago, sobre la avenida Eugenio Garza Sada, a la altura de las colonias Pedregal la Silla, Satélite entre otras aledañas. Cada mañana huyen del caos que se va convirtiendo la ciudad y en las noches llegan amontonarse para dormir sobre los pocos árboles que aún quedan, en los cables, los anuncios de esa avenida; con un sonido ensordecedor que sin duda con sus trinos nos reclaman algo.
¿Qué trinan las urracas? Nuestra intromisión en su hábitat, esos bosques que antes existían y hemos hecho concreto, avenidas, casas, edificios y quizás nos advierten que no sigamos destruyendo en ciudad, en especial hacia el sur; en la llamada “Carretera Nacional”, que se ha convertido en una avenida más, porque seguimos destruyéndole la vegetación a su alrededor para construir plazas comerciales, salones de eventos, complejos residenciales y acabando con nuestras montañas.
También me ha tocado escuchar a las urracas frente al palacio municipal de Monterrey, que, en ocasiones, se les une a sus trinos una parvada de loros, eso por las tardes; quizás protestando ante las autoridades sus espacios que les hemos robado. Hoy que llega una nueva Secretaria de Desarrollo Urbano, Brenda Sánchez, (que por cierto, es una gran activista ecológica) ojalá tenga el tiempo para salir de su oficina a escuchar qué trinan nuestras aves.
Esa devastación también la vemos en el municipio de Santiago, declarado “pueblo mágico”; que está entrando a un desarrollo urbanístico, a costa de la destrucción de la naturaleza, ojalá que cuiden ese bastión natural, ya que se vuelve un caos los fines de semana, se colapsan por momentos, con sus paseantes que van a la plaza principal , la Cola de Caballo, la Presa de la Boca etcétera. Quizás también de eso trinan las urracas…
Las urracas creo que se han convertido en las defensoras del medio ambiente, las representantes de las demás aves, las heroínas de nuestras montañas y cerros, que a pesar de su gran tamaño no han podido defenderse de nuestra depredación. Por eso creo que ese coro gigantesco de las urracas nos está anunciando un apocalipsis vial y urbanístico, que anuncia el fin de la naturaleza, del aire limpio en nuestra metrópolis; en sus trinos, cantan una especie de misa póstuma de la ciudad y de la llamada “Carretera Nacional”.