Mucho se ha dicho y escrito acerca del fallido atentado en contra de Donald Trump el pasado 13 de julio en Pensilvania. Especialmente acerca del modesto perfil del tirador y de las deficiencias del aparato a cargo de su protección provista por agentes del Servicio Secreto y de la policía local.
Curiosamente, no he leído a nadie (lo que no quiere decir que no se haya escrito) dimensionando cuales podrían haber sido las consecuencias en caso de que el tirador, un chamaco de 20 años, hubiese cumplido su objetivo reventando de un balazo el cráneo de Trump en un evento en vivo, lo cual sin duda habría cambiado radicalmente (y para mal) la historia de la nación más poderosa del planeta.
Disto de ser un analista político internacional, pero trataré de hacer un ejercicio de prospectiva mezclado con un poco de adivinanza... ¿Qué habría pasado si el tirador hubiera acertado?
Empecemos por las implicaciones sociales:
El asesinato de Trump, sin lugar a duda, habría intensificado las divisiones existentes con sus partidarios y opositores, profundizando aún más sus diferencias, llevándolas al grado de ser irreversiblemente irreconciliables.
La reacción a su muerte habría desatado protestas, muchas más en apoyo, pero también en oposición a su legado, lo que podría haber llevado a graves disturbios y un brutal aumento en la tensión social. Grupos extremistas verían el evento como un catalizador para la violencia, aprovechando el caos para avanzar en sus agendas.
Los fervientes partidarios trumpistas jamás habrían aceptado la versión del asesino solitario. Hubieran culpado al Partido Demócrata del atentado, o peor, al presidente Biden, la C.I.A., el F.B.I. o a cualquier otra agencia del gobierno norteamericano dado el clima de polarización política. Todo esto agravaría todavía más las tensiones entre ambos partidos, generando un ambiente de mayor desconfianza y conflicto en la arena política estadounidense.
En los estados más conservadores existiría el inminente peligro de una guerra civil.
Continuemos por las implicaciones políticas:
Resulta fácil visualizar la inestabilidad que el asesinato hubiera provocado en el Partido Republicano, y más, sintiendo que la presidencia 2025-2029 ya la tenían en la bolsa. La muerte de Trump habría dejado un vacío en el liderazgo, provocando que las distintas facciones partidistas buscaran apoderarse del control.
Las divisiones internas fragmentarían a los republicanos dando lugar a la formación de nuevas facciones o incluso, una escisión buscando un nuevo partido. Nadie habría podido llenar el vacío dejado por Trump, no habría forma de catapultar una nueva narrativa a tan solo cuatro meses de las elecciones.
Los aliados y adversarios de Estados Unidos habrían reevaluado sus estrategias en función de la nueva situación política. La estabilidad y previsibilidad de la política estadounidense habrían sido sumamente cuestionadas... y a río revuelto, ganancia de pescadores.
Cerraré la columna con las implicaciones económicas:
La incertidumbre política podría haber provocado una fuerte caída en los mercados, seguida de un período de volatilidad mientras los inversores evaluaban las nuevas condiciones.
La percepción de inestabilidad habría debilitado el dólar frente a otras monedas, inclusive afectando las tasas de interés y la política monetaria.
Las empresas podrían haber pospuesto decisiones importantes de inversión hasta que se clarificara el panorama político y, dependiendo de quién asumiera el liderazgo, las políticas fiscales y regulatorias podrían haber cambiado afectando diversos sectores económicos.
Personalmente, encuentro a Donald Trump en extremo desagradable y considero que su reelección no traería absolutamente nada bueno para México, pero de lo que no me queda duda es que con su muerte nos habría ido peor. Su asesinato habría tenido un impacto significativo y multifacético en Estados Unidos que nadie podría siquiera imaginar, y más allá, afectando la política, la economía y la sociedad de maneras muy complejas e interrelacionadas.
Lo que yo vislumbré en esta columna sería solamente la punta de la punta del iceberg.
POSTDATA.- Y no, no se moderó ni siquiera un poquito tras el atentado. En los últimos mítines su mensaje se mantiene divisivo, estridente e incendiario.