"Estábamos haciendo nuestros planes, pero olvidamos que el destino también tiene planes"
Fiodor Dostoievski
Dado que los mexicanos no podremos saber con exactitud la verdad sobre lo ocurrido ayer al mediodía en el Centro Histórico de la Ciudad de México en donde un hombre se acercó y tocó de manera inapropiada a la Presidenta Claudia Sheinbaum, no queda otro camino que especular.
Me saltan dos posibilidades sobre lo acontecido: 1).- Que el agresor penetró todos los perímetros de seguridad que deben blindar a la Presidente llegando al contacto físico con ella; o, 2).- Que como muchos afirman en redes sociales y comentarios dentro de las notas de medios de comunicación, todo se trató de un montaje que busca distraer la atención sobre el asesinato del Alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
Las dos opciones son posibles, las dos son válidas, pero también, y aquí hay que decirlo, las dos terminan siendo un tiro que sale por la culata para el Gobierno de Claudia Sheinbaum.
Porque si se trató de un fallo en los protocolos de seguridad, resulta casi inverosímil el que el tipo haya tenido la posibilidad no sólo de acercarse, sino de permanecer tanto tiempo junto a la Presidenta, además de que una vez separado le dan la oportunidad de volver a acercar su rostro a la Mandataria, cuando lo que los manuales indican sería el sometimiento inmediato y, a su vez, retirar a la Presidenta a toda prisa del lugar, pero ni una cosa, ni la otra.
Si este es el caso resulta preocupante, porque a unas cuantas horas de que un tirador cegó la vida de un importante y destacado Gobernador en un evento público en Michoacán, ¿cómo es posible que la seguridad en torno a la Presidenta no se haya redoblado?
Mucho más preocupante aún el enterarnos a través de versiones periodísticas que los miembros de la Ayudantía que custodian a la Mandataria no están armados, lo cual me parece increíble, y que la versión pueda circular libremente, casi como avisándole a quien pretenda hacerle daño: no se preocupen, no hay gente que porte armas a su alrededor.
Si por el contrario, lo acontecido es, como algunos aseguran, un montaje distractor, a la puesta en escena le faltó realismo, tanto que el público se percató del truco y de inmediato comenzó a ventilarlo a diestra y siniestra.
Dados los acontecimientos recientes: ¿era no sólo necesario, sino prudente, el permitir que la Presidenta caminara entre la gente del Palacio a la Secretaría de Educación? ¿No sería más seguro el llevarla en un transporte blindado sin arriesgarse a ninguna eventualidad?
Tratando de medir la cantidad de comentarios y el tono de los mismos, la versión de la puesta en escena tiene más adeptos y en este punto es menester recodar que la percepción es más fuerte que la realidad.
La falta de una versión oficial ampliamente difundida abona a la especulación. ¿Quién era el tipo? ¿Qué pretendía? ¿Qué lo motivó a actuar de esa manera? ¿Qué ocurrió con él después del incidente? ¿Fue consignado y si así fue, bajo qué cargos?
Habrá que esperar a La Mañanera del Pueblo de hoy, pero insisto, en el terreno de la percepción, por donde se le mire, el asunto termina siendo un balazo en el pie o un tiro que les salió por la culata.