La crisis de los partidos políticos no es exclusiva de México en donde los partidos de oposición, salvo Movimiento Ciudadano, el gozne electoral, se miran desconcertados, a la deriva, inseguros, tanto el PRI como el PAN, el PRD en la sombra ni se asoma. El PRI con una dirigencia impresentable vive crisis de supervivencia, el PAN con la sentencia de García Luna a cuestas es ya el blanco de un despiadado ataque oficial. México no está solo, en Estados Unidos donde se preciaban de una democracia funcional, viven una crisis partidista en que la identidad de cada bloque se ha perdido en aras de escaños, cueste lo que cueste, incluyendo a la misma ideología que finalmente es columna vertebral de la política.
Tradicionalmente el Partido Republicano, el GOP (Grand Old Party) era el de los ricos, mientras que el Demócrata el de la clase trabajadora. El Partido Republicano tenía como nota distintiva un acendrado nacionalismo, el libre comercio por encima del intervencionismo estatal, el freno a las organizaciones laborales, la reducción del gasto gubernamental y la limitación al Estado en términos económicos. No obstante, el cliché se vio roto con la llegada de Donald Trump a la política.
Trump, un maestro del populismo, del que muchos populistas aprenden mañas, vio el potencial para su causa de cautivar a grupos tradicionalmente demócratas como los trabajadores sindicalizados.
Muchos demócratas le han hecho de chivo los tamales a su partido a pesar de los esfuerzos de Biden. El Partido Demócrata sufre la desbandada de trabajadores, otrora demócratas, al Partido Republicano. Las políticas de los gobiernos demócratas (Obama y Biden) han decepcionado a la clase trabajadora. Las encuestas lo confirman: Mediciones del Wall Street Journal y de NBC News muestran que la porción del electorado configurado por votantes blancos (en EU el racismo siempre presente) sin educación universitaria, es decir trabajadores, creció de 48% en 2012 a 62% en 2023. Otra encuesta de la Associated Press, identificó que los mismos trabajadores blancos sin educación universitaria decidieron por candidatos republicanos en lugar de demócratas en un margen de 65% en lugar de 32% en anterior elección.
Gerald F. Seib (Wall Street Journal) considera que el nuevo catecismo republicano orientado a las necesidades de los trabajadores debería reconsiderar un cambio a posturas culturales sobre las que el Partido de Ronald Regan ha estado históricamente en contra, tales como el derecho al aborto, los derechos de homosexuales y lesbianas y el control de armas.
Ronald Reagan, probablemente el republicano cien por ciento puro, logró en la elección de 1980 atraer los votos de miles de demócratas que abandonaron su partido. Desde entonces la clase trabajadora estadounidense ha venido sufriendo un deterioro de sus condiciones de bienestar, en alguna medida debido a la globalización. Los trabajos de manufactura, por dar un ejemplo, cayeron 23% en las últimas tres décadas.
La elección de 2024 tendrá como atractivo para los interesados del acontecer político no solamente si volverán a enfrentarse Biden y Trump, sino cuál de los dos partidos contendientes tendrá la capacidad de atraer a la clase trabajadora. Todo indica que ideología y políticas públicas aparte, lo que interesa es ganar las elecciones. La misma explicación sobre lo que ocurre en México, donde PAN y PRI, históricamente opuestos en filosofía política, se han acercado en aras de regresar al poder, aunque el regreso se ve, al menos hoy, muy distante.