Con más de 156 mil homicidios "tolerados" con abrazos y acusándolos con "sus papás y abuelos", este régimen se ha convertido en el más violento en la historia moderna de México, y es también, el que ha impuesto un récord de asesinatos.
Tiene razón el Presidente cuando afirma que el narcoestado no es como antes, porque hoy es mucho más grave, y lo que le falta decir, es que es más poderoso y cogobierna a su lado en amplios territorios del país, con la certeza de que su creciente poder no enfrenta grandes obstáculos, pues el más alto mando les ha ofrecido "abrazos y no balazos", y la casi nula aplicación de la ley.
Más de 156 mil homicidios se convierten en más de 150 mil hogares de luto, sin encontrar respuestas, o peor aún, enfrentando la burla y el cinismo imperdonable desde Palacio Nacional, cuando señala que acusará a los criminales con sus "papás y abuelos", tal y como lo expresó tras la noticia del secuestro de 16 trabajadores de la Secretaría de Seguridad Pública de Chiapas.
Mejor socio para el crimen organizado casi sería imposible de encontrar; por eso es que delitos tan graves como la extorsión, el secuestro, el cobro de derecho de piso, y apoderarse de redes de distribución, ya no solo de gasolina y gas, sino de alimentos e insumos básicos en diversas regiones del país, es hoy una realidad que se realiza con total impunidad.
Como dice Diego Petersen, "con nadie ha sido tan condescendiente el Presidente como con el señor Guzmán Loera, como le dice él respetuosamente".
De aquellas tiendas de raya hemos pasado a la dictadura de los criminales y a un régimen de cogobierno basado en el terror, la tortura, las desapariciones; a un sistema paralelo de cobro de impuestos que solo se registran en los bolsillos de las familias y no en las cuentas oficiales; que desalienta, y en ocasiones, condenan a muerte a aquellos que invierten, generan empleos y producen.
De acuerdo con EL UNIVERSAL, los criminales tienen presencia significativa en el 81% del territorio nacional. Quienes los delatan y enfrentan son rafageados hasta con mil cartuchos, como sucedió con Hipólito Mora en Michoacán.
Los abrazos y no balazos, la burla de acusarlos con sus papás y abuelos, la criminal indiferencia frente a las y los más de 100 mil desaparecidos, y el respeto con el que se refiere a los criminales, es el mundo al revés.
Los señores criminales cogobiernan con casi absoluta impunidad y complacencia, suman a su larga lista de delitos cotidianos el robo y relleno de urnas en procesos electorales; además de acabar con la vida de candidatas y candidatos, cuando así se requiere.
Gran parte de la atención y energía de este gobierno está enfocada en los anticipados procesos electorales, y no en la seguridad del pueblo bueno.
Transitar por las carreteras a la luz del día en México es un peligro creciente, algunas autoridades han pedido a los ciudadanos buscar otras rutas, pues las más transitadas son dominadas por los delincuentes.
Sería bueno que, así como de manera reiterada, desde el más alto poder, se afirma que todo es culpa del pasado, se corrigiera el presente y se asumieran las responsabilidades que las urnas le otorgaron en 2018.
Casos como el de García Luna deben llegar a sus últimas consecuencias, pero sin restarle de manera alguna la responsabilidad a quienes hoy gobiernan.
El mejor pacto con el pueblo debiese ser el cumplimiento de la ley y una estrategia de seguridad integral que ponga en el centro la libertad y los derechos de la ciudadanía, porque como dijo el padre jesuita Javier "Pato" Ávila, "los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos".
Frente a estas realidades la pregunta obligada es: ¿el pacto actual es con el pueblo o con los criminales?
Voto mujer. El 3 de julio de 1955, hace 68 años, en México las mujeres votamos por primera vez. En la actualidad, somos las mujeres las que más acudimos a las urnas de acuerdo con el INE.
En 2018 el 66.2 por ciento de los votos eran de mujeres, el 58.1 por ciento era de los hombres, lo que significa que somos nosotras las que podemos hacer la diferencia en 2024.