Notas para un discurso de graduación

Estudiar es una de las más nobles actividades humanas, inscrita en el corazón mismo de nuestra esencia humana

(Nota: saludar a las autoridades de la universidad y luego a los estudiantes, sus padres y amigos)

Hola, buenas tardes, les saludo con mucho gusto, agradeciendo la oportunidad de hablarles aquí el día de hoy.

No diré el ya conocido discurso de graduación: aquel que dice que un ciclo se ha cerrado, que hoy terminan una etapa importante en su vida; que, recién se abre otra fase igual de importante; que la gente allá afuera y la institución que los formó, esperan mucho de ustedes; que busquen convertirse en el profesional que la sociedad quiere y necesita…y demás bla bla bla.

Lo que sí les diré es algo sencillamente complejo, algo que, de hecho, es efecto de un psicoanálisis, algo que tiene que ver de principio a fin, nada más y nada menos que con la vida, las cosas de la vida, pero que algunos también pueden lograr por otros medios: les deseo que finalmente salgan de las expectativas de los demás, que se deshagan de todas y cada una de ellas. Su vida no consiste en buscar agradar a los otros para que estos los reciban y quieran, seguir haciendo trabajos para que alguien más los califique (las tan ansiadas calificaciones altas, las bajas y el tan ansiado pase, clasificaciones que tienden a aplastar la singularidad): desháganse de las expectativas de sus padres, hermanos, maestros, parejas y amigos. Inclusive, de las de ustedes mismos, de las de su futuro trabajo y jefes, de las de sus clientes. Vaya ¡de las expectativas de todos! 

Y, ya despojados de las ilusiones y sueños de los demás, entonces, podrán emprender un camino inédito y propio, asumiendo los riesgos, pasiones y responsabilidades que ello implica, creando responsablemente a partir de sus ideas y talentos, colocándolas en el mundo. Sólo así se puede crear responsablemente la propia medida de la felicidad, la verdadera emancipación y diferenciación, explorar las propias habilidades y talentos, la realización personal y profesional. Por supuesto no es un camino exento de riesgos y fracasos, de errores —se podría decir—pero al menos ellos seguirán siendo propios y de nadie más, serán igualmente asumidos responsablemente y no lanzados al cajón de la culpa y la rumiación eterna de “la culpa es del otro (papá, mamá, maestros, Dios, gobierno, pareja, hijos…cualquier otro que valga, poco importa cuando se busca despojarse de la propia responsabilidad) si no hubiera seguido lo que me dijo mi…otra cosa habría sido”

Seguir lo que los demás dicen es repetirse, condenarse a siempre esperar algo a cambio, una lógica del reembolso por el sacrificio que se hizo, por y para el otro, una recompensa, un retorno de la inversión. Si se conducen así, esperen sentados, como ahora se encuentran, pues eso nunca llegará y lamentablemente cuando suceda, su esperanza se alimentará más y más, los llevará a pensar que quizás un día, a lo mejor, si encontrarán a alguien, un gurú, una guía que finalmente les muestre el camino correcto. ¡No existe! Son sólo fragmentos, trazos incompletos, intentos de sendero, como dice el poeta: ”caminante no hay camino, sino estelas en la mar” (Antonio Machado) 

Se podría decir que hoy se evidencia, en este acto, que ustedes finalmente ya cumplieron con la familia y la sociedad, en las formas académicas en las que ellas lo dictan. Muy bien, felicidades, no es poca cosa. Cada uno de ustedes, sus padres y maestros, saben todo lo que les costó estar aquí hoy. ¡Es para sentir felicidad, orgullo y agradecimiento! ¡A festejar después de todo esto! —por supuesto. 

Estudiar es una de las más nobles actividades humanas, inscrita en el corazón mismo de nuestra esencia humana, que es vacía; colocarnos como herederos de miles de mujeres y hombres que nos han precedido, participar del relevo generacional, sea de continuidad, de desarrollo o de ruptura. Pero también, hay que tenerlo muy presente, la ilusión de la garantía del otro se ha terminado. Ya que el heredar —el recibir educación y conocimiento—  no es una actividad pasiva, un acto simple como una jarra llenando un vaso, sino más bien —como diría Sigmund Freud— una reconquista de aquello que se ha recibido, una reinvención, apropiación y amplificación con efectos de estilo singulares de quien recibe. Ya que “la singularidad se ejerce en la diferencia” (Jorge Forbes) en lo que cada quien decide, en un gesto de arrojo, poner de sí en aquello que recibe y realiza. Muchas gracias por su atención. ¡Felicidades!