Reportes militares consultados por el columnista niegan la intervención de agentes estadounidenses, así como de un grupo de fuerzas especiales de la Marina, en la captura de Ovidio Guzmán, uno de los líderes de la fracción del Cártel de Sinaloa conocida como “Los Menores” y encabezada por los hijos del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán.
Según esos reportes, el seguimiento del hijo del Chapo había comenzado desde finales de 2019, tras el desastre que fue el “Culiacanazo”, conocido también como el “Jueves Negro”: el primer intento de captura de Ovidio.
En aquella ocasión el gobierno mexicano actuó siguiendo una orden de aprehensión dictada por una corte federal de Estados Unidos, con fines de extradición. Según informó después el general secretario, Cresencio Sandoval, aquel operativo se planeó a lo largo de cinco meses y se activó a las tres de la tarde del 17 de octubre de 2019, hora en que el hijo del Chapo arribó al fraccionamiento Tres Ríos, en Culiacán.
Los elementos rodearon el domicilio, pero no ingresaron, porque estaban esperando una orden de cateo. El Cártel de Sinaloa los detectó e inició su propio operativo de reacción.
El operativo naufragó en medio del descontrol, la impericia, la desarticulación, el nerviosismo. Aquella tarde el Cártel de Sinaloa mostró su superioridad tanto en número de efectivos como en poder de fuego: los criminales rodearon bases militares, sometieron a varios soldados, amenazaron con volar medio Culiacán, incluida la zona donde residían los militares y sus familias.
El entonces secretario de seguridad federal, Alfonso Durazo, consideró que todo había sido “un tropiezo táctico”. El presidente López Obrador fue cambiando de versión a medida que el escándalo arreciaba. Al Ejército y la Guardia Nacional los arrodillaron. Ovidio Guzmán tuvo que ser liberado.
Afirman en la Sedena que “la justicia militar tarda en llegar, pero tarde o temprano te alcanza”. La serie de errores cometidos aquel día pasaron a un área de “lecciones aprendidas”. Pelotones de rastreo de información fueron desplegados en Sinaloa. Según los reportes, los datos que turnaban llegaron a un área de inteligencia, para su procesamiento.
De acuerdo con la información, los hijos del Chapo sabían que las cosas no iban a terminar con el “Culiacanazo”, y Ovidio desapareció.
Mientras tanto, efectivos del Ejército, la Guardia Nacional y la Fuerza Aérea iniciaron una serie de prácticas conjuntas en la base militar de Santa Gertrudis, Chihuahua, como parte de las “lecciones aprendidas”.
En el lejano 2004, un lugarteniente del Cártel de Sinaloa, Javier Torres Félix, alias El JT, fue aprehendido tras una balacera en las inmediaciones de Cosalá. El JT era el brazo ejecutor del Cártel y tenía tras de sí una larga historia de sangre. El JT fue extraditado.
Su puesto lo ocupó uno de sus hermanos, Manuel Torres Félix, El Ondeado, quien según las fichas de información llegó a convertirse en mano derecha de Ismael El Mayo Zambada.
Al Ondeado lo abatieron en un enfrentamiento con el Ejército en noviembre de 2015.
Ambos dejaron familia en Cosalá, y en la sindicatura de Jesús María, a 50 minutos de Culiacán.
De esa familia forma parte la esposa de Ovidio Guzmán. Así que inteligencia militar incluyó Jesús María dentro del radio de los pelotones de rastreo.
Seis meses antes de su captura, Ovidio Guzmán bajó la guardia. Padecía serios problemas de ansiedad y depresión.
Según los reportes consultados, en los que se admite que la DEA proporcionó información, Ovidio fue ubicado en dos ocasiones antes del 5 de enero de 2023.
En ambas se hallaba, sin embargo, en sitios de Culiacán que ponían en grave riesgo la vida de otras personas.
Sostiene la Defensa que en esos seis meses en que Ovidio se descuidó, se afinó un plan que giraba a partir de estos puntos básicos: su aseguramiento, la salvaguarda de él y de su familia, su extracción y la contención de sus aliados.
Según dicha versión, la madrugada del 5 de enero elementos de la Guardia Nacional que practicaban un reconocimiento terrestre, tropezaron en la sindicatura de Jesús María con varias camionetas tripuladas por hombres armados. En ese grupo iba Ovidio. Se trazó un cerco alrededor de estos, quienes respondieron de manera violenta.
La Sedena sabía para entonces en qué punto exacto se encontraba Ovidio. Se tomó la decisión de activar el plan.
Hay una versión que indica que Ovidio Guzmán logró escapar, pero al final decidió entregarse al saber que su familia había quedado en medio del fuego. El reporte consultado parece confirmarla.
Falta mucho por saber, sin embargo, sobre lo que sucedió en Jesús María a lo largo de aquel día de sangre y fuego.