No se puede todo

Ni banquetas más anchas ni ciclovías en tanto no contemos con buenas vialidades

"Quien todo lo quiere, todo lo pierde"

Refrán Popular

Siendo el espacio limitado a una medida exacta, resulta imposible que a una calle o avenida que fue concebida para determinado número de carriles de vehículos, le puedas insertar banquetas más anchas o carriles para bicicletas sin afectar su premisa inicial.

Puedo estar de acuerdo en dotar a la ciudad de una escala más humana y ampliar las banquetas, como también puedo coincidir en la necesidad de promover otro tipo de transportes como la bicicleta, los patines y otros más modernos, sin embargo no podemos en aras de lo "políticamente correcto" y las modas, dejar de lado que la verdadera prioridad del Monterrey metropolitano es la movilidad.

Soy apasionado del ciclismo aunque ya no lo practique. Hace ya un buen de años mi querido amigo Méntor Tijerina me inició primero en el de montaña y después en el de ruta y fue ahí donde me enamoré verdaderamente de la bicicleta. Sin más aspiración que el disfrutar de ese deporte, lo practiqué con vehemencia, salí en grupo y también solo a las carreteras y las calles y sufrí por la falta de empatía de conductores de vehículos que no respetan; tuve accidentes, por fortuna sin consecuencias graves, pero sé de lo que hablo.

El colectivo "Pueblo Bicicletero" pidió que se obligue a reducir la velocidad de los automovilistas en la calle de Washington del Pabellón Ciudadano hasta Héroes del 47 y se quejó de daños a los maceteros que delimitan el carril exclusivo para las bicicletas.

Suena muy bien, pero sería de mucha mayor utilidad el que la agrupación ciclista informara del número real de personas que utilizan ese espacio contra el número de vehículos que dejan de circular al ocupar un carril completo.

Perdón, pero Monterrey no es una ciudad para andar en bici. Hay quienes nos gusta el deporte y lo hacemos por diversión, pero realmente, ¿cuántas personas utilizan una de ellas para transportarse a su trabajo o escuela?

Y estaría de acuerdo si existiesen en nuestra ciudad vialidades capaces de soportar la carga vehicular del enorme parque que hoy tenemos, pero resulta que con las obras del Metro y los daños por las lluvias, a la ciudad le quedan pocas opciones, por lo que limitar los espacios con banquetas más amplias o con ciclovías que realmente sirven a nadie, es todo un pecado.

Porque los bicicleteros argumentarán que con la práctica del deporte se busca una vida más sana, pero en realidad terminan atentando contra todos, ciclistas y no, al provocar un incremento en los niveles de contaminación ambiental al obligar a las constantes paradas y arranque de los autos.

Tan inútiles son estos espacios que ni siquiera los motociclistas los emplean.

Además las jardineras terminan siendo espacio ideal para ser receptáculos de agua en la que proliferan mosquitos como el dengue que hoy ha incrementado su presencia en la ciudad.

Ni banquetas más anchas ni ciclovías en tanto no contemos con buenas vialidades y, por principio, dotemos a nuestra urbe de un sistema de transporte eficiente y al alcance de todos.

No podemos anteponer el gusto de unos cuantos, incluido su servidor, por encima del derecho de todos y empecinarse en cambiar el orden lógico y natural de las cosas es pensar y actuar de manera egoísta e irresponsable.