La temporada de elecciones, de las campañas políticas, saca al neurótico que todos llevamos dentro. Por qué digo esto, porque los neuróticos son aquellos que viven anclados nostálgicamente al pasado o un futuro utópico, perdiendo el presente. Esto, lo sepan o no los candidatos, es explotado cada período de elecciones por los mismos partidos que han estado en el poder, sólo que ahora dicen que "ahora sí cumplirán" todas las cosas que vienen prometiendo desde siempre, pero que, curiosamente, cuando están en funciones como servidores públicos, no las realizan, pero en campaña prometen. Su estrategia consiste en producir los problemas, para posteriormente administrarlos, es decir, explotarlos como motor de la esperanza que necesitarán en la próxima contienda electoral: generan las condiciones precarias en empleo, salud, educación, vialidades para después cacarear que eso es justamente lo que van a arreglar.
Los neuróticos guardan una relación específica con el deseo, los proyectos, las personas... con la vida en general: mientras que las personas con estructura histérica se caracterizan por la utopía, esa esperanza que siempre está en otro lugar, nunca aquí ni ahora, las personas con una estructura neurótica obsesiva se destacan por una relación de impotencia con la vida, pueden decir que saben lo que quieren, pero, acto seguido, expresan no poder realizarlo, todo y todos se ponen en su contra, nada les sale bien, por lo que se la pasan diseñando y diseñando el plan de acción perfecto, yéndoseles la vida en pensar y postergar la decisión, que es lo que finalmente lo que les aterra tanto, la vida y sus sorpresas.
Los neuróticos son los "clientes frecuentes" tanto de los fraudes (económicos, amorosos, deportivos, laborales...) como de las extorsiones, de los engaños y frustraciones, precisamente por que son quienes encumbran al otro (de sí mismos, o de la realidad) a través de un proceso de idealización "¿Acaso yo, me he ganado es premio sin comprar boleto?" cargando con terror las palabras y supuestas acciones de quien llama para extorsionar, "tenemos a sus hijos, si no deposita...". En ambos casos se delega en alguien más un cierto poder y grado de responsabilidad. Es la misma lógica que opera en las campañas políticas: se le otorga al candidato dicha responsabilidad sobre la próxima vida o al menos sobre algún aspecto del orden común, sea porque se espera mucho o porque se le dirigen todas las quejas de lo que acontece. Ese es el truco, la simulación en muchos casos, ya que el candidato, quien ya ha sido muchas veces funcionario, sabe que no cumplirá con todo lo que dice y promete, cuando no se desdecirá de lo que declaró ya una vez en funciones. Hecho que, curiosamente, más que afectar a sus personas y partidos, será explotado nuevamente tanto ellos mismos, como por sus partidos y adversarios en la siguiente campaña en el ya clásico "ahora sí cumpliremos". Quizás hasta que un día los ciudadanos nos demos cuenta de que delegar en alguien más la responsabilidad de la propia vida es algo sumamente peligroso, que hay que estar al pendiente de manera permanente de lo que el otro declara y promete, y, sobre todo, de monitorear sus funciones, a fin de no ser materia fácil para el fraude, la extorsión y la simulación política. ¿O acaso desea usted seguir siendo engañando en cada campaña política y administración de gobierno?