Durante el período de la Nueva España, la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey logró consolidarse con su fundación, a su población le llevó un esfuerzo de dos décadas para establecerse en estas tierras de frontera. Nacer o llegar a esta Villa de Santa Lucía implicaba estar realmente consciente de que no sería fácil ir y venir a otras ciudades. El lugar era un valle con abundantes recursos, fértil y bello, pero la sensación de quedar atrapado de por vida entre sus montañas y ríos era inevitable.
Después de la luna de miel entre colonos fundadores y nativos ingenuos, estos últimos finalmente despertaron con la pesadilla de que los nuevos vecinos eran unos esclavistas crueles y consumados. Emulando el cuento corto de Augusto Monterroso, diríamos que el indio: "Cuando despertó, Carvajal todavía estaba allí". A la vuelta de medio siglo de abusos e injusticias, las poblaciones originarias decidieron pelear por su libertad, luchar a muerte fue su consigna, de otro modo la esclavitud sería su sino inexorable.
En estas tierras no podemos contar una historia de resistencia indígena donde se haga referencia actual a naciones sobrevivientes como es el caso de Chihuahua con los rarámuris, los tepehuanos, los oichkama y makuráwenn; en Sonora con los guarijíos, mayos, yaquis, pimas, seris, pápagos y cucapás; en California con los Ku'ahles, los Cochimíes. Pa ipais, Kiliwas, Cucapás, y Kumiais.
Sabemos que en sus inicios el Nuevo Reyno de León era geográficamente más extenso que hoy en día, incluía no sólo a Nuevo León, también Tamaulipas, Coahuila, además parte de San Luis Potosí, Zacatecas, Chihuahua y Texas. La gran nación guachichil que habitaba principalmente en Coahuila junto con otras tribus se extinguieron junto con sus lenguas, dejaron algunos vestigios arqueológicos rudimentarios y rupestres que dan fe de su presencia en estas tierras. Tamaulipas también fue escenario de guerra viva, algunos grupos originarios lograron sobrevivir refugiándose en áreas aisladas de la costa, así como internándose en lo profundo de la Huasteca. Actualmente el pueblo Tenek es uno de los sobrevivientes, se tiene un registro de 160,000 descendientes. Igualmente, la nación Pame, ubicada hacia la huasteca potosina en la frontera con Tamaulipas, posee hoy en día alrededor de 12,000 hablantes.
La resistencia de las naciones indígenas del noreste mexicano que no se integraron a la colonización de la Nueva España, fue tenaz, violenta y manifestaba su presencia de forma súbita y sorpresiva. Los colonos estaban armados todo el tiempo, aunque estuvieran en sus aposentos o huertos, no se diga cuando transitaban caminos y se desplazaban de una población a otra. Este nivel de inseguridad impactó negativamente en el desarrollo comercial de la región. Las actividades económicas (minería, ganadería y agricultura) había que realizarlas acompañados de "gente de fuerza", es decir, soldados.
El cronista Alonso Pérez de León, fue capitán y procurador de la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta, posteriormente le fue otorgada como mercedes el territorio de la Villa del Valle del Pilón (Montemorelos). También era una persona muy estimada por el gobernador Martín de Zavala, había gran afinidad intelectual entre ellos, considerando que ambos eran personas ilustradas.
El capitán Alonso Pérez de León nació en la ciudad de México y estudió con los jesuitas en el colegio de San Ildefonso, donde profundizó los estudios sobre literatura griega y romana, siendo además experto en el manejo del latín. Esta formación le permitió ser un escritor destacado como cronista de aquellos tiempos relacionados con la fundación y la consolidación del Nuevo Reyno de León.
El gobernador Martín de Zavala le pidió en el año 1653 que explorara las rutas para comunicarse con la Villa de San Luis de Tampico, considerando que era necesario afianzar una vía de comunicación que fuera lo más segura posible. Fue así como viajó con una expedición militar hacia la costa del golfo, considerando el área geográfica de Soto la Marina como un punto que debería considerarse estratégico en este recorrido y que era menester la erección de una villa o población fija que permitiera a los viajeros ubicar el lugar como un punto de referencia clave en sus itinerarios. Esta recomendación dio lugar a que tiempo después, un miércoles 03 de septiembre de 1730, Don José de Escandón fundara la villa con un grupo de 48 familias regias.
Cuando la expedición del capitán Alonso Pérez de León finalmente llegó a su destino en la villa de San Luis de Tampico, hubo un encuentro muy festivo por ambas partes. Las autoridades y pueblo de aquel puerto estaban felices de recibir a los visitantes, y estos de llegar con bien, porque obviamente en el camino tuvieron varios enfrentamientos con diversos grupos originarios que, de manera hostil, trataban de sorprenderlos atacando de manera decidida.
En el fondo de este emotivo encuentro social y político se puede identificar la gran necesidad de contar con sistema de comunicaciones terrestres efectivas, y el apartamiento en el que encontraban los habitantes de la Villa de Santa Lucía, considerando que había sido una proeza efectuar esa visita y salir, al menos temporalmente, del aislamiento en el que se vivía en aquellos años.
Tenemos así dos vías de comunicación bien definidas, la primera es la más antigua y básicamente era el viaje desde San Luis Potosí y Zacatecas hacia la Villa de Santiago de Saltillo, desde allí se accede al valle de Extremadura, donde los colonos llegaban a Monterrey después de días de camino. La otra vía ya mencionada es la que exploró el capitán Alonso Pérez de León por la ruta que lleva al este, hacia la Villa de San Luis de Tampico.
Otra tercera vía de acceso al Nuevo Reyno de León fue una que se estableció desde el altiplano de la Nueva España, especialmente Hidalgo, Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro, en donde terratenientes con grandes hatos de ganado ovino y caprino, en otoño e invierno, es decir, desde septiembre hasta marzo, viajaban de manera trashumante hacia estas importantes dehesas cruzando la Sierra Madre Oriental.
Se trataba de un viaje épico, donde se movilizaban miles de cabezas de ganado, que eran conducidas por decenas de peones y custodiadas por un grupo de soldados de fortuna que eran contratados para proteger durante el recorrido y repeler a grupos de indígenas que trataran de asaltar o robar a la caravana.
El recorrido era aproximadamente de 800 kilómetros, incursionaban por el suroeste de San Luis Potosí, requerían alimentar al gigantesco hato de ganado, así que se introducían hacia la huasteca potosina y luego tamaulipeca, convirtiéndose las villas de tránsito San José de Río Blanco (Zaragoza) y San Antonio de los Llanos (Hidalgo, Tamaulipas), en lugares clave para que este convoy de animales y personas pudieran recorrer y penetrar el territorio sur del Nuevo Reyno de León rumbo a la Hacienda de Guadalupe (Linares) y luego hacia el norte hasta la Hacienda de San Francisco (Apodaca) y la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta, así como otros amplios lugares para el pastoreo.
Esta actividad del ganado trashumante fue un motivo para romper con el aislamiento y también para generar una actividad económica donde los predios podrían rentarse y convertirse en fuente de ingresos, aunque no era tan fácil, considerando que los terratenientes del altiplano, con el tiempo prefirieron comparar estos dominios de pastoreo.
Éstas eran las tres vías de acceso para llegar a un lugar remoto como la Villa de Santa Lucía, todos los caminos eran de riesgo y había que enfrentar, de manera recurrente, los ataques sorpresivos de la población indígena que vivía y sobrevivía al margen de las leyes que se establecieron, en su momento, por parte de la Corona en la Nueva España.