Monterrey y su área metropolitana luce desde hace ya varios años a obscuras y llena de baches. ¿A qué se debe el descuido permanente el cual contrasta con las flamantes campañas de amor y cientos de promesas en alcaldías y en el gobierno del estado?
Arreglar la ciudad no es prioridad para el gobernador y los alcaldes. Pavonearse en redes sociales, pedir aumentos en impuestos y más presupuesto es lo suyo, sin que eso se traduzca en una mejor calidad de vida para los ciudadanos.
Tanto la mala iluminación como los cráteres de sus calles y avenidas, unido al problema de la movilidad, han convertido el traslado diario de los ciudadanos en un permanente calvario. Ni las autopistas de cuota se salvan. "En el bacheo está el ganeo" dice la jerga política que sabe que pavimentar mal y estar parchando la ya de por sí deficiente carpeta asfáltica, es un negocio redondo con sobre precio y moches entre empresas proveedoras y autoridades. Los ciudadanos se acostumbran a la mala calidad de las arterias viales, así como a la pésima calidad del aire que todos respiramos.
Amar a Nuevo León, declarar no ser igual a la vieja política no ha sido suficiente para limpiar calles y avenidas, pavimentarlas e iluminarlas. Por el contrario, la demagogia y activismo en redes sociales y el olvido de las funciones básicas de un gobierno han sido la norma. Con los likes no se gobierna ni se pavimenta e ilumina las calles por las que transitamos todos. Y el colmo de los colmos: subirán el predial, ¡mira nada más que "buena" noticia de fin-inicio de año!
Basura, contaminación, baches, oscuridad...todo esto son variables que tienden a incrementar la violencia, y que no decir de los problemas respiratorios, visuales y cutáneos. ¿Acaso creemos que las cámaras de empresarios, la academia y la autoridad harán algo al respecto?
Monterrey es una ciudad curiosa en su idiosincrasia: el promedio de la gente busca explotar lo que sea, sin importar las consecuencias, el objetivo es ganar dinero a toda costa, ganar y gastar sin reflexión alguna, presumirle al otro. Es lo mismo que sucede, a menor escala, en el clásico conflicto vecinal —en todas las clases sociales— cuando alguien coloca su bocina a todo volumen y al recibir una petición de algún vecino de bajar el volumen, dice: "estoy en mi propiedad y puedo hacer lo que se me hinchen los huev..." Respuesta además de corriente y mal educada, ignorante, ya que, claro que la persona se encuentra en los límites de su propiedad, pero el sonido viaja por el aire y trasciende dicho marco, dirigiéndose hasta los tímpanos de los vecinos que se encuentran a muchos metros a la redonda. Lo que sucede es que se normaliza lo mal hecho, lo chafa, lo mediocre, se asume que si la persona está disfrutando y pasándola bien tiene derecho a un marco legal a modo, para eso trabaja tanto.
Que este año nuevo 2025 nos encuentre a todos nosotros con una participación más activa y responsable con nuestra casa, comunidad, colonia, ciudad y estado, sin esperar que sean exclusivamente los Santa Claus o reyes magos de la política quienes nos traigan el cambio. Que despertemos el sueño que quieren que soñemos para no despertar y ver la pesadilla que compartimos.