Momentos

La vida es, sobre todo, discontinuidad, sorpresa, encuentro, cambio, transformación, vectores polifónicos, cambios de ruta, respuestas creativas…

Si la vida se sostiene por instantes/ y un instante es el momento de existir/Si tu vida es otro instante, no comprendo/Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir. (Juan Alberto Escobar Zúñiga)

La vida, la vida, ¡oh la vida!… ¿Qué es la vida? Es algo que pasa —algunos sostienen—mientras hablamos, mientras pensamos o hacemos planes. “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla” (Gabriel García Márquez). La memoria es el tesoro sutil y fugaz que sostiene la vida humana en un fuerte hilo de humo y agua. Pero incluso algo más, algo que perdura y resiste a pesar del olvido. Y la muestra es que a pesar de que los recuerdos se difuminen o desaparezcan, la vida continua, avanza, encuentra sus caminos, sus improntas, sus relevos, nuevos cronistas, se amplifica e inventa… “Al lugar en que cae la semilla, acude el agua” (Jaime Sabines)

La vida son instantes, momentos, eventos, fragmentos, encuentros y desencuentros; no son sucesos continuos, sino discontinuos, erráticos, sorpresivos, pero no sin una cierta lógica y movimiento descifrable, cual juego de billar o ajedrez. Es la memoria y, sobre todo, la función narrativa, la que intenta dar una cierta coherencia a la discontinuidad de instantes, un hilo conductor que edita desde un lugar sea una torre, una mazmorra o un acantilado; desde una determinada posición de observación, que va tejiendo una trama, unos nudos apretados, que albergan sus propios desenlaces… “El pasado es hermoso porque nunca comprendemos una emoción en el momento. Se expande más tarde, y por eso no tenemos emociones completas sobre el presente, tan solo sobre el pasado” (Virginia Woolf)

La vida es un sueño: fragmentos de imágenes que aparecen y desaparecen, como retazos de película de una sala de edición cinematográfica, previo a su exposición y efectos de sentido calculados…para ser compuestos y recompuestos después, traducidos, interpretados en una historia, en una narrativa subjetiva, singular, donde se escribe, se codifica, una verdad que habla, que dice, que se muestra, en su propio lenguaje, para el ojo, algo que las bocas han callado. “El sueño es la vía regia de acceso al inconsciente” (Sigmund Freud)

El tiempo de vida es un misterio, habitamos entre dos imposibles: no pedir nacer y no poder hacer nada —hasta el nuevo aviso tecnológico—para no morir; misterio, no solo para el campo de la física, sino para la vida de los humanos: tiempo previo, tiempo inicio, tiempo sobrevivencia, tiempo lucha, tiempo quietud, tiempo amor, tiempo dolor, tiempo pérdida, tiempo beso, tiempo abrazo, tiempo ganancia, tiempo deseo, tiempo risas, tiempo baile, tiempo voz, tiempo sueño, tiempo palabra, tiempo orgasmo, tiempo gestación, tiempo vida, tiempo muerte, tiempo silencio, tiempo recuerdo, tiempo olvido, tiempo fragmentos… tiempo por delante, tiempo perdido, tiempo empleado, tiempo síntesis, tiempo transcurrido, tiempo final, ya no hay tiempo… “Nunca jamás encontré la respuesta. No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo. Se me acabó el que me dieron” (José Emilio Pacheco)

La vida es un viaje o al menos posee todas las estaciones de este: partida, recorrido, final. Vamos conociendo, desconociendo, encontrándonos. Y a veces incluso, desconociéndonos, perdiéndonos… Como en la música y la danza, que existen mientras se ejecutan, se hace camino al andar. Y los caminos pueden ser diversos, escarpados, imponentes, distantes, sinuosos…Por ello quizás una forma de cartografiar, de medir la muerte es con un electrocardiograma lineal, plano, irrelevante, una simple y delgada línea que pesa tanto, sobre todo para aquellos que sobreviven; cuerda tensa de una sola nota, música seca, implacable, irreversible… que un día, todos habremos de interpretar. 

La vida es, sobre todo, discontinuidad, sorpresa, encuentro, cambio, transformación, vectores polifónicos, cambios de ruta, respuestas creativas… “Soy donde no pienso, pienso donde no soy” (Jacques Lacan)