Las luces se apagan. Un silencio expectante invade el Showcenter a las 9:14 pm. La voz de Facundo Cabral, como un fantasma del pasado, llena el recinto con sus palabras de sabiduría: "Mi madre decía que yo me encargara del presente, del futuro se encarga Dios". Un viejo mensaje para una nueva generación. Que resonaría profundamente en mí durante el resto de la noche, porque la primera vez que fui a un concierto fue con mi madre.
Mi hijo Iker, de tan solo 13 años, mira alrededor con ojos deslumbrados. Es su primera vez en un concierto, un mundo nuevo por descubrir para él. A su lado, lo observo con nostalgia. La oscuridad se rompe con un rugido, de los miles de adolescentes con sus celulares prendidos, grabando en vivo, trasmitiendo en las diferente redes, formando parte de "la aldea virtual". En el centro del escenario otro adolescente de solo 17 años, desde Morón, Argentina, Milo J. Que para él también es su primera vez en gira, después de tres años de carrera, "de romperla " como dirán los chavos con millones de reproducciones en Spotify.
El concierto comienza con la canción "1708", Iker canta, se une al coro de miles de adolescentes: "Apenas el Sol se va/ Dribleo cual Leo, la música va a ser mi empleo/ Lo hice parecer normal Mamá, no veo los ceros'/ me metí al estudio a graba". A mitad del concierto se quitó la camisa, quedando su pecho al descubierto, al igual que algunos de sus fans. Algunas chicas con minifaldas o pantalones bombachos con el botón principal desabrochado mostrando su abdomen. Otras de ellas, con la sensación de libertad del concierto, se besaban sin pudor. Cientos de chicos con el mismo peinado que Milo J., que me recordaba al estilo de Tizoc.
Era impresionante presenciar no solo el concierto en sí, sino también cómo los adolescentes percibían la realidad a través de sus celulares. Iker, como la mayoría de los presentes, grababa todo el tiempo, filtrando la experiencia del concierto a través de la pantalla de su móvil. Esta fascinación por capturar cada instante, por compartirlo en las redes sociales, por vivir la experiencia a través de una lente digital. ¿Estaban realmente viviendo el concierto o simplemente lo documentaban para una audiencia virtual? ¿Era la música la protagonista o solo un telón de fondo para sus selfies y stories?
El chico de 17 años, el cantante de rap o trap, como se le dice a las variaciones musicales, se despedía con una canción poética, compuesta junto con BZRP: "Hoy me voy al sol/ Porque Dios me llamó desde el downtown/ Debo despertar/Porque no se acalora mi alma/ Pero me salvé..." Al final del concierto, me quedé con una pregunta resonando en mi mente: ¿se salvarán también los adolescentes? Son el futuro, el presente, la libertad, la energía. ¿Escaparán de la realidad a través de un celular o se conectarán con otros miles de jóvenes, transmitiéndose, convirtiéndose en las nuevas tribus virtuales?
En definitiva, el concierto de Milo J me dejó muchas reflexiones. Observar la pasión y la energía de los jóvenes, pero también me hizo cuestionar la forma en que vivimos la realidad en la era digital. ¿Es la tecnología una herramienta que nos enriquece o una barrera que nos aleja de las experiencias auténticas? Solo el tiempo lo dirá. Al salir caminara al estacionamiento, bajo un ligera lluvia sentí un equilibrio entre la inmediatez del mundo digital y la profundidad de las experiencias reales, como era en ese momento... mojarme a lado de Iker, con las gotas que nos regalaba el cielo.