El “Movimiento del 68”, es un tema ampliamente manoseado a lo largo de la historia de México; el gobierno de la República, para encubrir sus errores y “celebrar”, así de manera entrecomillada, las Olimpiadas que tendrían lugar sólo unos días después de la masacre en Tlatelolco.
Otros, los muchos otros, entre analistas, presentadores noticiosos, los que especulan y hasta los que ni saben de qué se trató, se han dedicado a opinar, escribir, elucubrar.
Esta servidora tenía sólo dos años cuando la masacre sucedió, no obstante a lo largo de mi vida me ha inquietado saber qué fue lo que orilló, ya no digo al actuar de las fuerzas armadas, eso lo juzgará la historia, si no qué inspiró a estos jóvenes universitarios a “atreverse” a alzar la voz.
Fue justamente el 22 de julio de 1968, año axial –como diría Octavio Paz-, cuando nace el movimiento estudiantil en la Ciudad de México.
¿Qué es lo que se buscaba? ampliar las libertades democráticas y el cese a la represión gubernamental.
Para mi particular gusto, este fue uno de los primeros intentos por desarrollar la participación ciudadana en nuestro país, pero ya ve usted cuánta sangre y cuántas lágrimas costó.
En tiempos donde no existían las redes sociales, la autoridad informó lo que quiso, dio los números que se le antojaron y los pocos medios electrónicos de la época hicieron lo que se les dijo, es decir, hacer como que nada pasó.
Pero a partir de ahí, el México silencioso, casi mudo, cambió. Aún con la herida abierta por la masacre, parecía seguir callado, pero abrió los ojos a una realidad que no era la que deseada.
Y poco a poco fue luchando para gozar de las libertades que muchos otros países habían conquistado: la apertura y participación de una diversidad de partidos políticos; más tarde la ciudadanización de algunas instituciones como el hoy INE, la alternancia presidencial; nuevos organismos que buscan la transparencia. Abreviando, se fue conquistando la democracia y la libertad.
Muchas, muchas personas han muerto para que nosotros disfrutemos de nuestras libertades.
En honor de la “n” cantidad de jóvenes masacrados en aquel fatídico 1968 lo menos que podemos hacer es no quedarnos callados, exigir no dar pasos atrás.
Y extiendo mi comentario, nuestro país tiene muchas víctimas más que en su momento se volvieron liderazgos incómodos en muchos puntos del país. Por cada uno de ellos sigamos exigiendo seguridad-asignatura que sigue estando pendiente-, calidad del aire, la movilidad que las grandes urbes requieren, educación, empleos, pero sabe qué, primero que nada, s-a-l-u-d.
¿cómo que salud? Vacunas, vacunas y más vacunas. Lo demás, por ahora no debe ser prioridad.
Ni la consulta contra los ex presidentes, ni Dos Bocas pueden estar por encima de la máxima que es la salud de los más de 100 millones de mexicanos.
Y si usted exterioriza sus críticas y lo tachan de fifí, resentido o mil cosas, que no le importe. Recuerde que la libertad de expresión nos está consagrada en nuestra amada, aunque mil veces parchada, Constitución.
Cuando hablamos del Movimiento del 68, nos acordamos particularmente del 2 de octubre que fue la fecha de la masacre; hoy quise evocar el inicio de su lucha, que fue en julio.
¡Sólo 3 meses bastó al gobierno desaparecerlos del mapa! No podemos permitir que pase lo mismo con todo lo que como sociedad hemos ido ganando. México no está mudo.