Aunque hay analistas que ponen en duda si en realidad la relocalización debida a la redefinición de las cadenas de suministros está trayendo un mayor flujo de inversiones extranjeras al país, por otro lado, existe quien asegura que la inversión extranjera se debe a la forma en que se registra en las instancias oficiales.
Cualquiera que sea el caso, la realidad es que por ahora el fenómeno también conocido como nearshoring es una ventana de oportunidad que puede cerrarse en cualquier momento y debería constituirse en una prioridad el establecimiento de políticas públicas para aprovecharla, comenzando por la educación, ya que este factor puede ser el detonante para llevar a nuestra economía y el nivel de vida de los mexicanos a otro, uno más elevado.
Relocalización o no, nuestro país debería impulsar una educación no solo de calidad sino enfocada al futuro que ya se encuentra entre nosotros. La acelerada innovación tecnológica hace que se requiera una formación sin descuidar el aspecto humanista. Por eso es más importante invertir en la educación de los jóvenes que en Pemex, ya que las energías fósiles van de salida.
Al formar un tipo diferente de talento al que existe hoy de manera mayoritaria en nuestro sistema educativo, se promoverá el desarrollo humano con una formación de alto nivel, no solo en el ámbito tecnológico sino humanístico. Desafortunadamente parece que vamos en el camino inverso al requerido: se priorizan los aspectos humanísticos dejando de lado la ciencia, la tecnología, la ingeniería. Y ahí están los resultados recientes de la prueba Pisa.
Para bien o para mal se tomó la decisión de privilegiar un tipo de educación que poco o nada tiene que ver con el mundo actual, al menos el mundo que se vive en el norte, donde se encuentran los principales socios comerciales, una educación que apunta a ser pedagogía del sur, la cual tiende a formar personas cuyo espacio laboral tiene que ver con las universidades, que se transforman en endogámicas al gobierno y, principalmente, al sector informal de la economía al no encontrar acomodo en el mundo laboral, por la falta de una formación educativa pertinente y conforme al contexto del mundo.
Si bien la inversión extranjera es necesaria para el desarrollo del país, también lo es el estar conscientes de que pueden venir dos tipos de inversiones. Una de carácter manufacturero, en el sentido que se crearían trabajos de poca calidad y con salarios bajos, quizá superiores a los que actualmente privan en la economía; dos, hay la posibilidad de traer inversiones de alta tecnología que requieren conocimientos especializados y tecnológicos, como analistas de datos, administradores de nube, programadores, ingenieros en sistemas, desarrolladores de software, programadores y la inteligencia artificial.
Y no se trata de neoliberalismo o nacionalismo sino de tener la formación educativa necesaria para hacer frente a los retos por venir, que ya están a la vuelta de la esquina. Si bien el neoliberalismo frenó la educación pública al intentar privatizarla, no puede anclarse solo en el concepto de salvaguarda nacional. El mundo es un país. Un país es el mundo.
En la medida en no se actúe hoy incrementando el presupuesto en educación, mejorando y actualizando la oferta educativa en los renglones de matemáticas, español, historia, no habrá posibilidad de un futuro promisorio y luminoso para las nuevas generaciones. Y seguiremos reprobando.