"¿Y que tal si el ojo, en lugar de ser la ventana del alma, no es más que la ventana por donde se asoma un vacío, una nada?"
Slavoj Zizek
Máscaras, antifaces, caretas, sombreros, lentes de sol, etc. Todos ellos accesorios que recubren el rostro de manera total o parcial. Los hay de diversos usos y ocasiones. ¿Cuáles son los sentidos de tales prendas?
En el caso de las máscaras. Por un lado, podríamos plantear que al igual que cualquier prenda que los humanos usamos, intentan completar algo del cuerpo -siempre vacilante y en falta- pues al ser el humano inherentemente un ser en falta, es decir, construido a partir de un vacío y una carencia (de regulación instintiva, de la inexistencia de un orden natural, etc.) inventamos y buscamos etiquetas con las cuales identificarnos ("Soy fulano/a de tal...", nombre y apellido, género, profesión, estatus social, ropa y posesiones, etc.); una a una tales máscaras (Y por supuesto cada una de las máscaras es más-cara, el mercado nos ofrece por $ una amplia gama de objetos-consumo-ser, con los cuales "Compro/poseo, entonces soy") son artilugios que intentan engañar y tapar la falta fundamental constitutiva de todo humano: no ser. ¿Acaso una máscara nos salvara de la muerte? ¿Del paso del tiempo?
La máscara permite jugar y al mismo tiempo permitirnos convertirnos en eso que realmente somos, es decir, anticipa aquello que deseamos. (¡Quiero ser eso que veo, que me atrapa!) En ese sentido, la masacra -como la mentira- es más genuina de lo que en verdad se cree; el disfraz al ser una vestimenta "de juego", entre broma y broma, expresa mejor ciertos elementos subjetivos, al estilo de "Dime de qué te disfrazas y te diré quien eres" Ahí donde la ropa del diario (que también puede ser toda ella una máscara, dependiendo de como cada quien se vista, el sentido de usar cierta ropa) encubre o se le escapa algo, por ser ropa en serie, un uniforme que intenta normalizar y excluir la falta, acá, aunque haya muchas iguales, la masacrara siempre es un objeto singular.
Como la experiencia de las fiestas de disfraces en Halloween por ejemplo: se disfraza de lo que se es (identificación con un punto con el disfraz) y al día siguiente se pone otra "máscara". Podríamos decir que el humano es la masacra, la máscara expresa nuestra constitución humana: somos la máscara y atrás de ella siempre hay un vacío, justamente eso que en ese juego los humanos también somos: el vacío de la regulación natural e instintiva y la necesidad de la invención de las estructuras culturales (mitos, religión, política, ciencia, derecho, tecnología, etc.) como mascaras a donde vamos a ir a buscar/vestirnos de lo que somos ("El hábito no hace al monje, pero si le ayuda"). ¿Acaso la pregunta "qué quieres ser de grande" no es ya una pregunta sobre la masacra que se pretende usar? La educación, como el adoctrinamiento de las máscaras.
Las máscaras son al mismo tiempo deseo de completud del cuerpo , extensión de su trauma, de su vacío. La máscara es más-cara, es decir, más rostro humano que logra expresar aquello imposible de decir, -las máscaras y sombras no hablan, sólo iba miran- un puro goce de la mirada (mirar y ser mirado/a) lo inefable de la experiencia, eso real que se escapa a las imágenes y las palabras. Que no extraña que para los griegos haya sido "Persona" (Para-sonar) el nombre asignado a las máscaras usadas en los teatros.
¿Cuáles son las máscaras que nos miran y después usamos para ver? Cambiar de máscaras es abrirse a otras experiencias, sobre sí y sobre el otro.