Deveras que en Monterrey vamos de mal en peor. Nunca en la historia los regiomontanos hemos sido vejados, burlados por la autoridad municipal, en este caso, el alcalde Luis Donaldo Colosio, que lo único que tiene son las características del nopal: espinoso y... Y encuerdado (alguien le da cuerda porque por sí mismo carece de ideas y abunda en ocurrencias) se cree el más allá de toda la clase política existente en el mundo. Y se pone a pontificar: no son los tiempos, Movimiento Ciudadano no debe acelerarse, el gobernador no debe viajar tanto. Pobre tipo.
Si tuviera un ápice de inteligencia y/o sensibilidad social no taparía las calles con unos tubos sembrados en banquetas prolongadas más allá de lo permitido por la ingeniería. Lo que ha hecho en la Avenida Juárez no tiene nombre. Esa avenida es una de las más transitadas por las unidades del transporte urbano, y ha cerrado carriles, entonces hay que ver la aglomeración que se hace: no se puede transitar. Y, en el colmo, la gente no camina por las banquetas. La gente en Monterrey no camina: los calorones lo impiden.
Y lo mismo sucede en otras calles destruidas: la avenida Ocampo, Espinosa, Washington, la calle Modesto Arreola que a la altura de Diego de Montemayor no caben las ambulancias del SUSPE y los camiones de basura; en Arteaga las unidades el transporte urbano son amenazados por los tubos que plantaron ahí. Dicha obra, además de fea, es inútil: ni mejora la ecología ni favorece el uso de bicicletas ni motiva a la gente a caminar. Y nada de presupuesto participativo, esa mentira, porque nadie fue consultado para hacer esas malas obras.
Dentro de su estulticia se creyó alpinista urbano. Sin tener la mínima noción se bajó a rapel del Faro del Comercio. Es como si subiera a un ring sin haber entrenado box. Este acto que trató de llamar la atención, porque no la llama de otra manera, es decir, haciendo buenas obras, le repercutió negativamente. Fue considerado imberbe por la mayoría de la población regia y, como se sabe, un imberbe no puede ser alcalde o lo puede ser pero llegó a las malas, no por voto directo, pero sí es alcalde entonces su actuación es imberbe. Y se nota.
Y lo más grave que ha hecho, lo que significa que anda deshilvanado, es lucrar con la memoria de su padre. Todos o, casi todos coinciden en que si ha logrado sus puestos políticos (anteriormente diputado local) ha sido por utilizar el nombre de su fallecido padre, no por sí mismo. Pero no lo había hecho de una forma tan ruin y miserable al pedir indulto para el asesino de su padre. Con el argumento de que "hay que acabar con esto" intentó burlarse de la ley, la que condenó a Mario Aburto a muchos años de prisión. El asesino está sentenciado y tiene que cumplir su condena, así lo dictó la ley. Y un indulto solo cabe cuando la ley abre un postigo para dirimir el asunto.
Y lo peor: pretendió burlarse del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador quien, con la experiencia política que tiene, dijo que es un asunto de estado. En otras palabras lo mando a...
"¿Qué quería el chavito huérfano? Que le hiciera el caldo gordo y erigieran un monumento al niño cagón en lugar de maldecir al sicario que segó la vida de su padre, imploraba que le dieran al matón ¿abrazos y no balazos? Qué poca inteligencia del jovencito que quiere enseñar al Papa a rezar el Evangelio", señaló con sensatez el colega periodista Chava Portillo.
Qué hemos hecho los regiomontanos para merecer un alfeñique como alcalde, que, además, no es de aquí.