Marea rosa

Yo no sé ustedes, pero, en definitiva, después del azul y el negro, el rosa es mi color favorito.

Yo no sé ustedes, pero, en definitiva, después del azul y el negro, el rosa es mi color favorito. No cualquier rosa: debe ser un rosa fuerte, un rosa mexicano o si prefiere, es el tono llamado fucsia.

Hoy, calles del Centro Histórico y de muchas ciudades del país, vivieron una "Marea Rosa", una dinámica, en tentativa, a favor de la democracia y al que todos y todas estaban invitados.

Dado que estamos en periodo electoral, la presencia de actores políticos, entre ellos Xóchitl Gálvez, muchos consideraron la marea rosa un acto de campaña ya se imaginará que el resto de las fuerzas políticas, el gobierno federal y hasta el INE, pusieron el grito en el cielo.

Por lo que respecta al INE, es justo porque el color usado en la marea, es el tono que se asocia con el Instituto Estatal Electoral.

Más allá de todo el rollo electoral, yo me quisiera referir al secuestro de los colores que se da de manera más clara, en la política.

En Estados Unidos, si se utiliza el rojo, eres republicano; si usas azul, eres demócrata.

En México, el rojo se asocia a PRI o al PT (aunque el logo del PRI usa los colores de la bandera; otro secuestro más); el azul, al PAN; el amarillo, al PRD; el verde limón, al PVEM; el naranja, a Movimiento Ciudadano.

Así, si yo gusto de comprar un par de calzado deportivo fosfo, ya me rebautizan como emecista. Ese es un mero ejemplo.

Este "secuestro" de los colores pone en aprietos a cualquier nueva fuerza política porque pareciera que todos los colores ya están ocupados.

Del rosa, sin ser un partido político, el INE lo declara como propio, muy respetable postura.

Pero la historia cuenta que, aunque el rosado actualmente se considera femenino, durante la Edad Media y el Renacimiento, era masculino y considerado un color que representaba virilidad.

El estereotipo de que el rosa es femenino se definió hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y su connotación ha ido evolucionando con el tiempo.

Es así que, en los 80s, el rosa era sinónimo de lo femenino y que un hombre lo utilizara era un acto de desafío social.

Tras la elección de Donald Trump, se realizó una de las marchas de mujeres más grandes hasta el momento, en Washington, donde se veía a las asistentes con gorros rosas tejidos con puntas como orejas de gato, para denunciar las prácticas sexistas del entonces presidente de EU.

Hoy, este color está abandonando su connotación de femineidad frívola y frágil, y retomando su identidad como color vibrante y fuerte, representando a la mujer poderosa.

De acuerdo con el sitio liderlogo, el color rosa toma toda la pasión y la energía del rojo, y la une con la pureza del color blanco, formando el color de la ternura, la sensibilidad y la afección.

En la psicología del color, se cree que el rosa puede tener un efecto tranquilizador en las personas y reducir los niveles de estrés.

En resumen, el rosa es un mero color, no hay que buscarle cinco pies al gato.

Si hay delito por perseguir tras la marea rosa, por el hecho de usar el rosa, o por la connotación política, adelante. Pero si se trata de un mero espectáculo para denostar la fuerza de un movimiento, flaco favor le estamos haciendo a la democracia.

Hay cosas más importantes por juzgar, condenar y castigar en este proceso electoral, como la muerte de tantas personas que han representado a un partido político en la contienda y cuyas familias, reclaman justicia.