¿Qué tienen en común los años 1933, 1953 y el presente 2023? Aparte de su terminación en tres, la respuesta es: los libros. En medio de una sociedad dividida, politizada, manipulada y enardecida, surge la tendencia de quemar, prohibir y satanizar libros. Gobiernos temerosos de perder el control político, sistemas económicos que defienden el individualismo, el entretenimiento y el consumo.
En la Plaza Central de Berlín, el 10 de mayo de 1933, los nazis iniciaron la quema de libros. El ministro de Propaganda e Información Pública de Hitler pronunció un discurso en contra de la decadencia social. Ese día, ardieron más de 25.000 libros. El paralelismo entre las tensiones actuales en torno a los libros de texto y la quema de libros realizados por los nazis en 1933 es inquietante.
En 1953 se publicó por primera vez "Fahrenheit 451"; la novela distópica de Bradbury presenta un mundo en el que los bomberos queman libros, considerados una amenaza para la conformidad y el control gubernamental. Algo de esta novela se refleja en el sentimiento de algunos padres que rechazan los libros de texto por temor a que promueven ideologías o valores contrarios a sus creencias. Este fenómeno resalta la importancia de equilibrar la diversidad de opiniones y la responsabilidad de seleccionar cuidadosamente el contenido para los niños.
En 2023 no se están quemando libros, pero algunas entidades federativas ya han anunciado que no distribuirán los libros de texto. Las sociedades de padres de familia han criticado severamente el contenido de los mismos. Temas como educación sexual, revisión histórica y perspectivas políticas generan controversia y rechazo, además de los errores evidentes en materias como historia, entre otras. Sin embargo, no se plantea una solución inmediata para los estudiantes, considerando que las clases comenzarán en menos de dos semanas.
En medio de estas tensiones, es fundamental recordar la importancia de una educación inclusiva y equilibrada. Los libros de texto deben reflejar una variedad de perspectivas y enfoques, fomentando el pensamiento crítico y la comprensión. En lugar de censurar o imponer ideologías, es esencial cultivar un diálogo constructivo entre padres, educadores, los gobiernos estatales y el federal.