Existen en nuestro país 68 lenguas originarias, 20 se encuentran en riesgo de perecer. Ante esta problemática la UNESCO proclamó el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas en el período comprendido entre el año 2022 al 2032. La intención de esta proclamación es que los países miembros puedan realizar acciones estratégicas para evitar esta grave pérdida cultural.
La riqueza de nuestro país en cuanto a su diversidad lingüística es muy acentuada, hay que destacar que el español sigue siendo una lengua preponderante que eclipsa a las otras, especialmente las que tienen pocos hablantes, sin embargo, existen esfuerzos por parte del Estado mexicano y organizaciones culturales indígenas por llevar a cabo acciones organizadas y sistemáticas para tratar de revertir la tendencia de que se extingan de la memoria colectiva las lenguas que presentan mayor riesgo.
El Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, así como el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas han trazado un plan de acción para contener esta pérdida que parece de entrada irremediable: (1) Fortalecer el uso habitual de esas lenguas; (2) Ampliar y consolidar su uso institucional; (3) Garantizar el derecho al intérprete; (4) Incrementar el prestigio de los idiomas originarios y el aprecio y orgullo de hablarlos; (5) Erradicar la discriminación por razones lingüísticas; (6) Incrementar la presencia de esas lenguas en los medios de comunicación, tanto en los convencionales como en los digitales; (6) Contar con materiales didácticos y publicaciones para uso escolar; (7) Contar con normas de escritura para las lenguas originarias que aún no cuentan con ellas y actualizar las existentes; (8) Contar con maestros bilingües con mejor conocimiento acerca de sus lenguas y con mejores capacidades para trabajarlas en las aulas como medio de enseñanza y objeto de aprendizaje; (9) Garantizar la articulación de proyectos y recursos con instituciones municipales, estatales y federales con las iniciativas y proyectos comunitarios y regionales; (10) Aumentar el conocimiento sobre las lenguas originarias por parte de la sociedad nacional.
La Secretaría de Educación impulsa una educación intercultural bilingüe para contribuir desde el curriculum nacional para que pueda constituirse este enfoque educativo como un eje articulador del mismo. Además, a nivel federal y local, existe un departamento de educación indígena que trata de brindar apoyo a las escuelas que cuentan con alumnado que habla una lengua originaria, contribuyendo con ello a fortalecer los apartados 6 y 8 del plan de acción antes mencionado.
El punto de inicio para abordar el problema migratorio de la población indígena, es visibilizarlo, es decir, que pueda existir un censo que permita identificar por entidad federativa, la cantidad de estudiantes que acuden a la escuela y que poseen uno o más familiares que hablan una lengua indígena.
Hace una década en nuestro estado se publicó en el Periódico Oficial la Ley de los derechos de las personas indígenas en el Estado de Nuevo León para la protección de sus derechos como población inmigrante en nuestro territorio; aunque no ha sido suficiente, fue un importante paso que se dio a favor de los derechos humanos de la población indígena inmigrante.
La promulgación de esta Ley obedeció a que en aquel momento se logró identificar el flujo migratorio tan importante que tenía Nuevo León, y que requería atención en servicios de acuerdo con sus derechos indígenas. El tiempo es inexorable y vivimos también una época de cambios vertiginosos, en materia tecnológica y también social.
Los estudios recientes que se han hecho en Nuevo León señalan que la población de alumnado que asiste a la escuela, comienza a ser en su mayoría de jóvenes nacidos en Nuevo León con padres que hablan una lengua indígena. Hace veinte años la población escolar la conformaban indígenas migrantes que llegaban a la escuela sin saber español, habían nacido fuera de nuestro estado y su lengua materna era originaria.
Hoy en día los estudiantes son neoloneses, hablan español desde muy pequeños, es decir, desde antes de iniciar su vida escolar, algunos poseen una lengua materna indígena pero, por el proceso de aculturación, va perdiendo fuerza ante el español, que se vuelve la lengua dominante en la que piensan y se comunican con la sociedad a la que pertenecen. Nuevas identidades surgen en estas nuevas condiciones sociales y familiares.
Las construcciones sociales identitarias serán muy diversas y seguramente habrá que estudiarlas aún más, pero de entrada estos alumnos(as) pertenecientes a familias que hablan lenguas indígenas, se reconocen como neoloneses porque lo son, tarde o temprano se sentirán orgullosos de sus raíces e incorporarán sus tradiciones, lengua y valores a su modo de representar socialmente el mundo, pero se diferencian de sus padres por el hecho de pertenecer a una sociedad que los vio nacer y que les ha dado acogida como ciudadanos neoloneses.
Como neoloneses de primera generación aprenderán el español en la escuela, se integrarán a su comunidad, tomarán gusto por la superación personal y familiar por el trabajo, tendrán oportunidades de estudios que les permitirán buenas opciones de empleo, se incorporarán mínimamente a una clase media en crecimiento, desarrollarán pasión por el futbol, sentirán afición por los Tigres y los Rayados, así como por los Sultanes o Fuerza Regia, entre otros aspectos de asimilación cultural, como la música norestense o el acento propio de la región.
Esto que describimos ocurre generalmente en los migrantes de primera generación, y es inevitable considerando que requieren incorporarse a una sociedad que los ve nacer y los provee de los medios para su integración y desarrollo personal y social. No importa la ciudad, puede ser Houston, Montreal o Monterrey, la construcción de la identidad personal y social siempre se da interrelacionando el pasado familiar con los nuevos rasgos propios del contexto social donde el sujeto migrante se desarrolla.
La escuela tiene mucho que aportar, probablemente no pueda haber un docente bilingüe en cada centro escolar, pero los docentes pueden identificar a la población hablante de lengua indígena, y apoyarlos haciéndolos sentir valorados por ser bilingües, que puedan compartir su lengua con el resto del grupo, contar con más materiales didácticos en diversas lenguas indígenas, y que se dé en el aula un aprecio por la diversidad lingüística, que el alumno(a) bilingüe sea, por el hecho de serlo, motivo de reconocimiento y prestigio social.