No son un espacio informativo para rendir cuentas al pueblo sobre los avances de esta administración, que es lo que pregona el presidente López Obrador. En el mejor de los casos, se han convertido en un espacio de promoción de la 4T.
Sin embargo, el mayor porcentaje del tiempo de su programación está dedicado a difundir información tendenciosa -tomada de las fuentes gubernamentales-, para destruir la reputación de sus adversarios políticos, como ha sucedido con las empresas de Xóchitl y sucederá con quienes se conviertan en actores políticos incómodos, como hace unas semanas lo fue la ministra presidente de la SCJN, Norma Piña, así como los ministros que han fallado en contra de los intereses presidenciales y en general contra el Poder Judicial, al que se le ha llamado corrupto una y muchas veces más, desde las mañaneras.
Las mañaneras son un foro excluyente, donde no existe derecho de réplica para quienes se han sentido agredidos o agraviados desde el púlpito presidencial y donde el derecho a la libertad de expresión de los actores políticos que no son afines a la 4T, no existe. Por tanto, su contenido no es equitativo ni incluyente, sino excluyente y se ha convertido en espacio de confrontación, donde los interlocutores nunca están presentes para defenderse.
Ni siquiera las acusaciones se sustentan con datos objetivos, sino con interpretaciones subjetivas que ponen en peligro real a los señalados por el dedo presidencial. En peligro —incluso— de sufrir agresiones físicas que pondrían en riesgo su vida.
Ya el Presidente —desde las mañaneras— ha empezado a sembrar la idea de un complot de sus adversarios para tomar el poder, lo cual puede convertirlos en traidores a la Patria y con ello, hacerlos sujetos de sanciones penales de gravedad, sembrando nombres que muchas veces están alejados de la acusación expuesta.
Lo peor es que las mañaneras pueden llegar a convertirse en el foro donde se construyan narrativas que convoquen a movilizaciones callejeras —agresivas y violentas— si los resultados electorales no favorecen a su partido en las elecciones del 2024.
Víctor Hugo Romo
Víctor Hugo Romo, quien fuera el alcalde morenista de la Miguel Hidalgo -de la Ciudad de México- que sustituyó a Xóchitl Gálvez en el cargo, exhibe su poca calidad moral, pues se pone al servicio de los intereses políticos de su partido para denunciar hoy lo que no hizo en el momento en que estaba obligado a hacerlo. ¿Será que acaba de descubrir hoy —que ya no es alcalde— la supuesta corrupción de Xóchitl que debió conocer cuando asumió el cargo? O entonces... ¿Recibió instrucciones de su jefe?
Es infantil su actuación y pone en evidencia la calidad moral de este tipo de políticos... callan cuando les conviene y denuncian cuando pueden sacar un beneficio.
Romo no puede denunciar como autoridad, puesto que dejó el cargo en el año 2021, hace casi dos años. ¿En calidad de qué hoy presenta la denuncia que debiese haber gestionado mientras fue alcalde? ¿Dónde están los valores éticos?
La otra Claudia
Claudia de Buen. Una ha sufrido discriminación desde la cúpula de la Barra Mexicana de Abogados a partir de que dejó la presidencia de esta importante institución, lo cual, incluso la orilló a renunciar a esta institución a la que dedicó muchos años de trabajo.
Claudia de Buen fue la primera mujer que ocupó la presidencia de esta importante institución del ámbito jurídico y se destacó por su congruencia moral al defender sus ideas.
Su compromiso con la igualdad de género ha sido otra de sus motivaciones profesionales. Parece ser que a algunos miembros influyentes de ese gremio no comparten su visión y le generaron obstáculos durante su gestión al frente de la Barra de Abogados. Seguramente es la lucha por el poder lo que provoca conflictos. ¿A usted qué le parece?
Twitter: @homsricardo