La mañana debe seguir gris, aunque el cielo pareciera pintarse de tristeza y las gotas de agua caigan en cántaros como si llorara una madalena. A veces, me despierto con ese leve rocío, una ligerísima lluvia, y entonces me atrevo a salir a caminar y hacer mis ejercicios matinales. Intento esquivar las pequeñas gotas, pero terminó empapado.
Pero la lluvia debe continuar cayendo, a pesar de que la gente se moje en cada esquina esperando el camión, haciendo enormes filas en la espera del transporte público, ya sea la ecovía, el metro o incluso al intentar conseguir un taxi. Si hay algo que está mal en el estado, además de la sequía y la falta de lluvia, es el transporte público. Tanto es así que algunas estaciones del metro están cerradas debido a la falta de mantenimiento.
Sin duda, la ciudad no está preparada para la lluvia constante de varios días seguidos. Se convierte en un caos el tráfico, la metrópolis misma. Se producen choques por todas partes, mojamos aún más al peatón los que vamos en coche, las calles se llenan de baches, y se descubre a constructores negligentes o municipios corruptos que solo rellenaron los agujeros en lugar de pavimentar las calles.
La lluvia desnuda la ciudad y revela obras que nunca han sido terminadas por las administraciones, como en el centro de Monterrey o la eterna remodelación del Centrito Valle y el casco en San Pedro Garza García. Al enfrentar este caos mojado mientras caminamos o conducimos, cuestionamos la calidad de vida en la ciudad que habitamos y transitamos. Se hace evidente si nuestros gobernantes están haciendo bien su trabajo o si simplemente deberían ser reemplazados, al igual que la lluvia que se lleva la basura que solía estar en las calles.
Para el ciudadano, especialmente aquellos que caminan a pie, las lluvias diarias son un problema. Sin embargo, creo que la gente está aún menos preparada para la escasez de agua, para cargar cubetas o esperar las pipas, o incluso para evitar bañarse durante el día. Aun así, algunos niños todavía disfrutan salir a mojarse bajo la lluvia, aunque son la minoría, ya que la mayoría está absorta en sus pantallas, en las redes sociales y los juegos electrónicos, sin apreciar el espectáculo que nos ofrece el agua que cae del cielo.
Creo que debemos estar agradecidos por estas benditas lluvias que tanta falta le hacían al estado y su incapacidad para llevar agua a cada uno de nuestros hogares. Personalmente, en mi casa, el jardín vuelve a ver renacer su verde, y el río que está a unos pasos de distancia, que antes permanecía callado, ahora vuelve a correr. Puedo escuchar el murmullo del agua y sentir las caricias de la lluvia al rozar sus piedras. Por eso, al despertar, al menos durante unos días, no deseo ver al hermoso sol, sino que las mañanas deben seguir siendo grises.