El pasado viernes 09 de enero, decidí realizar un viaje de fin de semana junto con mi linda esposa, María Luisa, a la Ciudad de México. El objetivo del viaje fue explorar los elementos históricos y simbólicos más relevantes de la identidad de un comunista mexicano.
Durante la Guerra Fría, a lo largo de la década de los años 60 del siglo pasado, participamos en el movimiento estudiantil, pensando en la democracia y en la liberación de los pueblos, en contra de un sistema autoritario y criminal así como represivo, por parte del PRI hegemónico que gobernaba en aquel entonces nuestro país.
En el año de 1963 organizamos el Festival de la Juventud por la Paz y la Liberación de los Pueblos, que se llevó a cabo en la hermana ciudad de Sabinas Hidalgo, donde fuimos recibidos por un grupo de choque muy violento, que destruyó todos lo enseres y objetos artísticos que docenas de estudiantes neoleoneses habíamos preparado para dicho evento.
Fuimos rescatados por la autoridad gubernamental ya que nuestras vidas corrían peligro así como la integridad física de nuestros compañeros y compañeras estudiantes. El Sabinazo fue un acto de intolerancia que predecía el agravamiento de la represión en contra de los estudiantes democráticos y muchos de ellos comunistas.
Cinco años después a nivel nacional viene una represión cruel en contra del movimiento estudiantil, el 02 de octubre de 1968, representa un punto de inflexión en la lucha en contra de la oligarquía, el autoritarismo político y la violencia política.
Ese viernes 10 de enero, tomamos un avión de Aeroméxico a primera hora, tripulado por una capitana que realmente refleja la equidad de género en este ámbito dominado por los varones. Todo parecía transcurrir con normalidad, sin embargo, al momento del aterrizaje, la susodicha realizó una maniobra que me generó inquietud. En lugar de descender y realizar un acercamiento a la pista con la velocidad más baja posible, entró de lleno, a una celeridad que me pareció muy exacerbada, obviamente, el tren de aterrizaje resintió, y primero hizo contacto con las llantas del lado izquierdo, el avión rebotó y cayó sobre los neumáticos del lado derecho, nuevamente saltó sobre el lado izquierdo, y cuando parecía que nos salíamos de la pista, la Divina Providencia quiso que el lado derecho del tren de aterrizaje lograra equilibrarse y tocar tierra. El avión finalmente se estabilizó y frenó. Falta de experiencia o dificultad en la maniobra, la capitana por poco nos manda al Más Allá.
En la Ciudad de México, les recomiendo el Sanborns del Centro Histórico, excelente cocina, además, compré un paquete de un kilo de café chiapaneco y veracruzano, procesado exclusivamente para esta compañía.
En el Palacio de Bellas Artes, es decir, en contraesquina de la calle Tacuba y el Eje Metropolitano 2, recorrí la exposición de Alan Glass, un montrealense que decidió radicar en la capital mexicana. Construyó arte con múltiples materiales, y la obra más excéntrica fue un monumento al excremento de vaca, demuestra estéticamente que es posible convertir el estiércol en oro.
Lo más interesante que se puede encontrar como exposición permanente en este bello recinto cultural, son los murales más significativos de Diego Rivera, destacan varios de ellos, especialmente el realizado para el multimillonario Rockefeller, denominado “El hombre controlador del universo”, donde se puede ver al camarada Vladimir Illich Lenin, así como a Carlos Marx, Trotski, y Fedrico Engels, entre otros comunistas destacados.
Acudí a la meca del comunismo mexicano: la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Allí recorrí el centro arqueológico, cada vez mejor preservado. Luego visité la iglesia de Santiago Apóstol, construida sobre restos del templo tlatelolca y con los materiales de las pirámides destruidas. A un lado un antiguo colegio de religiosos, hoy convertido en un archivo oficial de temas diplomáticos.
Subía a lo alto de la Iglesia, desde allí se puede observar el edificio Chihuahua, donde se apostaron los paramilitares para matar a los manifestantes inermes. Hoy en día la comunidad, especialmente niños/as y adolescentes, con sus padres, recorren el ágora en bicicletas o patines eléctricos.
Allí pude leer un memorial escrito por Rosario Castellanos, un pequeño monumento dedicado “A los compañeros caídos el 2 de octubre de 1968 en esta plaza”. En realidad no se sabe con exactitud cuántos murieron en esa fatídica tarde, calculo que al menos unos 500 mártires, incluyendo los desaparecidos.
En el edificio cultural de la UNAM ubicado a un costado de esta zona, se encuentra el Centro Histórico para la Memoria del 68. Acudí y encontré mucha información interesante. Me encantó un performance que realizaron representando un grupo represor de granaderos, con sus escudos y macanas. El nombre del mismo es Percusión, ya que los gendarmes golpean de manera rítmica sus garrotes contra los escudos, avanzando hacia los allí presentes; yo intenté resistir el avance pero era imposible. El sonido era intimidante. Finalmente nos acorralaron contra los enormes ventanales del lado sur, y los uniformados se aprestaron en posición de ataque al unísono de un grito colectivo ensordecedor.
Logré también entrar a una oficina antigua de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), allí hay archivos y también información de aquella época. Tuve acceso a un documento a manera de organigrama, de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Para el estado de Nuevo León, la DFS identificó a los siguiente miembros, organizados en orden alfabético, entre paréntesis se encuentra el alias: Aguirre López, Pedro (Mono); Bernal Gutiérrez, Andrés (Marco Antonio); Castro Castillo, José Omar (Roberto); Elizondo Martínez, Nestor (Nicanor); Escamilla, Héct9,,520or (Víctor); Garza Villarreal, Luis Ángel (Jorge); Garza Villarreal, Luis Ángel (Jorge); Gutiérrez Martínez, Héctor Francisco; Gloria Martínez, Crescencio; Hirales Moran, Gustavo Adolfo (Neto); Iracheta Lozano, Armando (Víctor); López Sandoval, Mario (Arturo); Manjarrez Zepeda, Sergio (Arturo); Mireles Hinojosa, Juan Manuel (Negro); Ortíz de Mendoza, Claudia Oliva; Orozco Salazar, Elías (Alfonso Muñoz); Palacios Hernández, Benjamín (Mino); Patiño Almora, Rodolfo (Yank); Ruíz Díaz, Fernando Miguel (Pancho); Ruiz Díaz, Jorge Enrique; Sierra Villarreal, José Luis (Oscar); Trellez Jasso, Sergio Armando (Pedro); Vázquez Lagunas, Ernesto (Ernesto Vázquez García).
Todos estos comunistas de la Liga 23 de Septiembre, eligieron la gloria del camino de las armas, y encontraron una respuesta de represión violenta, acabando con sus vidas más temprano que tarde.
Muy brevemente, algunas notas que tomé: (1) La matanza de Tlatelolco subraya la necesidad de preservar la memoria histórica. (2) El 2 de octubre evidenció cómo un Estado autoritario puede usar la violencia para silenciar voces disidentes. La brutalidad empleada mostró los límites de la tolerancia política del régimen y cómo la represión puede fracturar la relación entre gobernantes y gobernados. (3) Los estudiantes fueron el núcleo del movimiento de 1968, demostrando su capacidad para cuestionar las estructuras de poder y articular demandas sociales. (5) La masacre de Tlatelolco evidenció la fragilidad de las instituciones democráticas en México durante la década de 1960. (6) La participación del Ejército en la matanza dejó una lección clara: la militarización de la seguridad pública y el uso de las fuerzas armadas contra la población civil son caminos peligrosos que erosionan la confianza ciudadana y pueden derivar en graves violaciones a los derechos humanos.
En síntesis: La matanza de Tlatelolco es un recordatorio del poder de la sociedad civil para resistir y transformar las estructuras opresivas.
Regresé a Monterrey al día siguiente, es decir, ayer domingo 12 de enero, teníamos que salir del hotel a las cuatro de la mañana, para llegar temprano al aeropuerto. Contrario a lo que creíamos, no batallamos nada en despertar, la alarma sísmica del hotel nos puso en movimiento de manera inmediata y urgente. La escalera de emergencia era muy larga, y como nonagenario, no podía bajar muy rápido. Las lámparas del viejo edificio comenzaron a bailar de un lado al otro, un toldo cayó desde lo alto, afortunadamente logramos estar a salvo al llegar a la banqueta de la calle Tacuba.
De regreso encontramos mucha turbulencia por la fuerza de los vientos, esos dominados por el dios tlatelolco venerado con el nombre de Ehecatl. Afortunadamente en esta ocasión no pilotó el Boeing 737 la capitana suicida de Aeroméxico.