La sonrisa de Marcelo Ebrard

Salen a la luz tortura, violaciones y crímenes de guerra. Por eso, frente al canciller ruso no hay que sonreír, mucho menos si se representa a México

El viernes, el canciller mexicano Marcelo Ebrard –representante del gobierno mexicano y, por lo tanto, del país en Naciones Unidas– publicó una fotografía en su cuenta de Twitter. Está sentado frente al canciller ruso Sergei Lavrov en lo que Ebrard describe como una “cordial conversación”. Ebrard sonríe con calidez. Quizá por casualidad –aunque seguramente no por casualidad– con la mano derecha hace una “v”. ¿Amor y paz? En el mensaje que acompaña la imagen, el canciller dice haber compartido con Lavrov la propuesta del presidente López Obrador “en favor de la paz” y hablar sobre el “futuro del Consejo de Seguridad” de Naciones Unidas. Antes se había reunido con el ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba.

El jueves, un día antes de la cita con Ebrard, en la reunión del Consejo de Seguridad, el ministro ruso Lavrov no se presentó al salón de sesiones para escuchar las posiciones de los otros miembros, que fueron severamente críticos de la agresión rusa en Ucrania. No escuchó al secretario de Estado de Estados Unidos ni mucho menos al representante ucraniano. Lavrov solo tomó asiento para establecer la posición del gobierno de Vladimir Putin y mentir sobre Ucrania, a la que calificó de un “estado totalitario, similar a los nazis”. Después llamó “bastardo” al presidente de Ucrania, Zelensky.

El viernes, la comisión independiente de Naciones Unidas que se dedica a investigar crímenes de guerra Ucrania publicó un nuevo avance sobre lo que ha encontrado. Erik Mose, juez noruego que encabeza el grupo, sentenció que “con la evidencia recabada, la comisión ha concluido que se han cometido crímenes de guerra en Ucrania”. Mose describió el infierno. Las tropas rusas, dijo, han violado, torturado e ilegalmente apresado ucranianos. La comisión se concentró especialmente en la violación sexual de niños. En algunos casos, los parientes de esos niños han sido obligados a presenciar los crímenes. La comisión concluyó que las edades de los ucranianos salvajemente abusados van desde los 82 hasta los… 4 años.

El mismo viernes, el ministerio del exterior ucraniano compartió dos imágenes en Twitter. En una se ve a un soldado llamado Mikhail Dianov antes de ser capturado por el ejército ruso. En esa imagen, Dianov es un hombre normal, en buen estado de salud. En la fotografía siguiente, se ve a Dianov después de su liberación como parte de un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania. Dianov está, casi literalmente, en los huesos. “Así es como Rusia ‘se adhiere’ a los Convenios de Ginebra”, tuiteó el ministerio ucraniano. “Fueron brutalmente torturados”, explicaría después un portavoz de defensa de Ucrania.

El sábado, Ucrania informó que había concluido la exhumación y análisis de las fosas donde el ejército ruso había mal enterrado a medio millar de ucranianos a los que había torturado y asesinado. El total de ucranianos ejecutados, dijo la Policía Nacional de Ucrania, es de 447, de los cuales 215 eran mujeres y había 5 niños. Esto coincide con las conclusiones de la comisión de Naciones Unidas. Mose, el juez noruego, dijo que la comisión estaba “asombrada por el número de ejecuciones en los lugares visitados”. La comisión encontró “signos visibles de ejecuciones en los cuerpos, como manos atadas a la espalda, heridas de bala en la cabeza y gargantas cortadas”, explicó Mose.

El domingo, Sergei Lavrov habló ante el pleno. Dijo que su país era la víctima de una campaña de Occidente para “destruir y fracturar Rusia”. “Quieren removerla del mapa global”, siguió Lavrov. No se refirió en ningún momento a las atrocidades de su ejército. En la realidad alternativa del gobierno ruso, su país es la víctima, no el agresor.

 Marcelo Ebrard y el gobierno que representa, que tiene los ojos puestos en su lugar en la historia, deberían observar con cuidado lo que los hechos van poco a poco estableciendo. La tortura, las violaciones, las ejecuciones, los crímenes de guerra. Por eso, frente a Sergei Lavrov no hay que sonreír. Mucho menos si se representa a México

@LeonKrauze