Un puñado de hombres masacran a tres mil guerreros Incas en una emboscada en la región de Cajamarca, donde el Rey Atahualpa es prisionero.
Sin embargo, “El Hijo del Sol”, así también llamado por su pueblo, entabla en cautiverio un tipo de “amistad” con su captor, el conquistador al postre del Perú: Francisco Pizarro. Esa historia la conocí hace ya varios años cuando actué en la obra de teatro “La Real Cacería del Sol” de Peter Schaffer.
Me vino el recuerdo de esa triste historia porque al parecer, a nuestros hermanos peruanos, se les repite una y otra vez su tragedia. En la actualidad, un profesor rural de la región de Cajamarca, Pedro Castillo, llega a la presidencia del país y un puñado de políticos desde el Congreso en complicidad con el Poder Judicial, hacen prisionero al legítimo presidente, argumentado delitos de “rebelión y conspiración”.
El pueblo que ve vulnerada su democracia, su voto, sale a las calles a protestar, a exigir la renuncia de la actual “presidenta” Dina Boluarte, la respuesta ante estas manifestaciones pacíficas es la represión, van más de cincuenta muertos, además de cientos de detenidos y heridos por la brutal fuerza policiaca ordenada por la usurpadora que actualmente encabeza el gobierno del Perú.
Recuerdo que la obra de teatro nos narra la dominación del Imperio Español, pero también nos muestra una triste realidad de los Incas, y quizás de la mayoría de los latinoamericanos; la desunión, los conflictos internos. Nos cuenta como Atahualpa llega al poder al asesinar a su hermano, traición… fratricidio. El hermano contra el hermano, el gobierno contra su pueblo; una historia que suele repetirse en Latinoamérica.
La gran tragedia actual del Perú, es como en una obra de teatro de enredos y traiciones; en cinco años se han destituido a seis presidentes y Pedro Castillo en un año y cinco meses que duró su gobierno, el Congreso actuó como el villano de la obra, desde que llegó, lo trató de destituir en varias ocasiones por medio del proceso de “Vacancia” que es un “recurso legal” que con el voto de dos tercios de los diputados (87) queda destituido.
Ante estos intentos de sacarlo fuera de la presidencia por cuestiones más políticas que legales, el presidente se ve enredado por los consejos de algunos de los actores secundarios en su gabinete y con un monólogo mal escrito disuelve temporalmente el Congreso, para que, minutos más tarde los diputados le pongan fin a su obra teatral, se cierra el telón y en la última escena vemos preso al presidente de origen humilde, ya sin el vestuario de presidente, ahora es solo el profesor rural.
Al final, en la obra de teatro de La Real Cacería del Sol, matan al Rey Atahualpa, el Hijo del Sol, murió pensando que iba a revivir al amanecer con los primeros rayos de luz. Pero tal vez sí renace y su espíritu está en su pueblo, cada mañana cuando salen a trabajar los profesores, mineros, obreros, etc. Como también resurge la tracción y el fratricidio; continuando con “La Real Cacería del Perú”.