La policía moral

Una creciente preferencia por la vigilancia y el castigo ante la diferencia, tanto en gobiernos como en la vida cotidiana

Gobernar no tiene nada que ver con prohibir las expresiones artísticas. En pocas palabras, pretender regular lo que la gente ve, escucha y experimenta, tanto en un museo, como en un espacio para un concierto, como lo que cada persona desea comer. 

Basta con ver la historia de la humanidad para poder advertir que las políticas del "cuidado" de la vida y la salud siempre han terminado por producir sus contrarios, así como intentar colonizar la voluntad de elegir de cada ciudadano en aras de su "bien".

Ante los tiempos actuales, tiempos polifónicos, conviene hacer una apuesta por la creatividad y responsabilidad, más que por la vigilancia y el control. Estos dos últimos son los favoritos de muchos gobiernos y de un gran sector de la sociedad que se identifica con valores reaccionarios y conservadores que, curiosamente, siempre necesitan de las crisis, el caos y las guerras para poder operar, necesitan de los "malos" para diferenciarse y definirse como los "buenos". 

Desde lo más inmediato de un chat de vecinos o padres de familia, pasando por los equipos de trabajo y gobiernos, muchas veces ante la diferencia que surge precisamente por la singularidad humana, en vez de elegir el diálogo y los acuerdos —que requiere toda democracia— se prefiere la vigilancia, ¡pongamos cámaras! ¡Evidenciemos al culpable! ¡Que reciba su castigo!...Los patíbulos presenciales y virtuales se van multiplicando por doquier, creyendo que con dicha estrategia estaremos más seguros, con la paradoja de estar más vigilados, habiendo renunciado muchas veces a garantías individuales. ¿Será que las cámaras y pruebas de las pruebas nos darán la paz?

¿Por qué será que la decisión y la libertad asustan tanto a las personas y gobiernos? ¿Por qué se prefiere la prohibición a la libertad responsable de cada persona ante su vida y su cuerpo? ¿Es en verdad la música una apología del delito? ¿Prohibir lo que la gente come o escucha, como estrategia de combate al crimen y a las enfermedades, no equivale, en cierta forma, a buscar las llaves no en donde se pudieron haber perdido, sino en donde hay más luz?