La indignidad en el Congreso de la Unión

La Cámara de Diputados actuó como cámara de origen.

¿Qué pasó en el Congreso del Unión la semana pasada? Lo que pasó fue que imperaron la indignidad, la oscuridad y la vergüenza.

La Cámara de Diputados actuó como cámara de origen. El martes, de pronto empezaron a aparecer diputados de Morena (no sabemos de dónde sacaron el tiempo) y presentaron iniciativas que ni siquiera habían anunciado previamente. Así fue, de un momento a otro, sorpresivamente subieron a la tribuna con iniciativas de noventa páginas sobre temas como el Instituto de Salud para el Bienestar o el espacio aéreo o el sistema ferroviario. Ahora resulta que estas "lumbreras" de diputados tenían escondido taaanto trabajo. Pasaban, leían de corrido la presentación, se solicitaba la dispensa de trámites e iniciaba "la discusión".

Aprobaron iniciativas al momento de ser presentadas y sin consultar a otros diputados (ni a los de su propio grupo) sin hablar con expertos ni oír a los interesados o afectados. Aprobaron las iniciativas sin siquiera leerlas.

La conducta de la Cámara de Senadores fue una vergüenza. Innecesariamente Morena mintió al acordar el nombramiento del comisionado del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI). Lo que siguió fue una toma de tribuna. Y los senadores de Morena se fueron a Palacio Nacional, sí, a ver al titular del Poder Ejecutivo para que les dijera qué hacer. Los senadores corrieron a la sede alterna, pero al ver que no tenían quórum para reiniciar la sesión, modificaron ilegalmente el orden del día y tomaron la protesta a una senadora suplente para que integrara quórum.

Así, en cinco horas aprobaron 20 reformas. Usted puede asomarse al canal del congreso y verá la sesión para que se dé cuente de la falta de principios elementales de la democracia y del derecho parlamentario. Basta ver la velocidad con la que la secretaria de la mesa, senadora de Morena, leía documentos, pedía votaciones y el senador presidente de la cámara elevaba la voz para decir qué ley se había aprobado.

Los senadores oficialistas, en un acto absolutamente indigno, fueron incapaces de dar un solo argumento o una sola idea para justificar su voto.

Sólo nos queda la esperanza de la Suprema Corte de Justicia. Y el 2024, por supuesto. Y esta última esperanza depende de todos nosotros.