El Rolls Royce es uno de los coches más costosos del mundo, pero el año pasado se vendieron más unidades que nunca. Concretamente, 49% más Rolls Royce que el año anterior, rompiendo así los récords de ventas de la compañía fundada en 1906.
¿Qué pasó? Pues que la pandemia hizo que muchos ricos cayeran en cuenta de que la vida es corta. Esa, al menos, es la explicación que le dio al diario británico Financial Times, Torsten Müller-Otvös, el jefe de Rolls Royce: "Mucha gente vio a personas conocidas morir a causa del Covid y esto los llevó a pensar que la vida es corta y que es mejor vivirla bien ahora y no dejarlo para más adelante".
Pero mientras unos cuantos ricos ahora saben que la vida es breve, hay otros que han decidido destinar inmensas fortunas a encontrar tratamientos para que todos podamos tener vidas saludables por más tiempo. El pasado 23 de enero la empresa Altos Labs anunció el inicio de actividades.
Como muchas nuevas empresas de biotecnología, dice que su misión es, ni más ni menos, que transformar la medicina. La empresa se dedicará a la búsqueda de tratamientos para rejuvenecer a las células que han sido afectadas por anomalías genéticas, lesiones o por los efectos del envejecimiento. El objetivo es restaurar la salud de las células y hacerlas más resilientes. De lograrse esto, no solo se mejoraría la calidad de vida de quienes sufren de enfermedades crónicas, sino que también podría añadirles algunos años de vida.
Joe Biden también le acaba de declarar la guerra a la muerte. Hace poco, el presidente anunció la creación en la Casa Blanca de un "gabinete del cáncer" cuyo propósito es acelerar las investigaciones y coordinar los distintos esfuerzos que el gobierno estadounidense lleva a cabo en este ámbito.
Según el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos, cerca de 40% de los estadounidenses contraerán durante su vida alguno de los 200 tipos diferentes de cáncer que se conocen. A su vez, la Sociedad Americana del Cáncer estima que este año habrá en el país casi dos millones de nuevos pacientes de cáncer, de los cuales 600 mil perderán la vida. Biden quiere reducir el número de muertes por cáncer y enfatizó que el programa que estaba lanzando tenía como objetivo disminuir las fatalidades a la mitad en 25 años.
La pandemia nos ha deparado muchas sorpresas. Una de estas, es la mayor conciencia que ahora hay sobre la propia mortalidad y las reacciones que ello suscita. Para algunos que disponen de medios, la respuesta al virus y su letal amenaza es disfrutar aquí y ahora lo que se tiene. Obviamente enfrentar la pandémica comprando un Rolls Royce es solo para unos pocos privilegiados, pero no hay que ser millonario para rehusarse a postergar toda gratificación.
La pandemia estimuló en ciertas personas el apetito por ayudar a otros. Algunas lo hacen de manera individual y modesta y otros de manera ambiciosa y a gran escala. Los científicos que lanzaron Alton Labs son un buen ejemplo de la sensación de urgencia y la posibilidad de actuar a gran escala.
Pero quizás lo más curioso es que la pandemia y sus nefastas secuelas también impulsaron un brote de introspección que llevó a muchos a repensar –o quizás a pensar por primera vez— el propósito de su vida, sus valores, esperanzas y frustraciones. Es con esa nueva carga vital que unos se están dedicando a vencer al envejecimiento celular, otros a conquistar el cáncer. Han reaccionado a este shock global con una carga de idealismo que mucha falta nos estaba haciendo. Y que sin duda dejara un legado muy superior al de un Rolls Royce.
Miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace.
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