Incapaces de practicar la autocrítica y reconocer sus errores, los tres dirigentes de la Alianza Va por México recurrieron ayer a pretextos y justificaciones para no asumir responsabilidad en la derrota del Estado de México. Los tres culparon al gobernador Alfredo del Mazo, por no "haber hecho lo que le correspondía hacer", dijo el panista Marko Cortés; por su "acción omisa" y la percepción de que "estaba entregada la plaza de antemano y ya había arreglo", acusó Jesús Zambrano del PRD; pero el más duro contra Del Mazo fue Alejandro Moreno, del PRI: "El gobernador le dio la espalda a la militancia priista y eso está a los ojos de todos. Jamás pedimos que se violentara la ley, pero hay que tener dignidad y carácter. Si necesitaba carácter, yo le hubiera prestado un poco".
Y ya entrados en el reparto de las culpas y la negación de sus fallas, también acusaron fraude en voz del priista Alito Moreno: "Lo que sí tenemos que señalar es que el resultado de la elección del Estado de México es producto fraudulento de una operación de Estado. Todos los medios de comunicación dieron puntual cobertura a las acciones que hizo la autoridad electoral, todos y cada uno de los funcionarios públicos violando sistemáticamente la ley, los agarraron con las manos en la masa, movilizaron padrones electorales para irlos a registrar al Estado de México y está acreditado, y con todo y eso dimos una batalla en el estado y no es justificación, es poner las cosas como son".
Pero no sólo encontraron culpables para su derrota, sino que además se fueron al terreno hipotético de los "hubieras" que claramente no existen ni en la vida y mucho menos en la política: "¿Qué hubiera pasado en el Estado de México si también se hubieran estado jugando las presidencias municipales o las diputaciones locales? Yo les aseguro que el resultado hoy sería otro. ¿Qué hubiese ocurrido, de hecho, si el partido de MC no le hubiera hecho el trabajo sucio a Morena y se hubiera sumado a la coalición del Estado de México? Hoy, seguramente el resultado sería otro", dijo Marko Cortés, líder del PAN, que luego remató, en lo más parecido a una autocrítica, que "tenemos que reconocer que no logramos despertar la participación de la sociedad".
Y así, sin reconocer un solo error, sin hablar de las fallas de una campaña que no emocionó a los votantes; sin explicar por qué a su candidata se le vio tan sola en sus eventos y recorridos a los que muy poco acudían ellos como dirigentes; sin decir por qué no acusaron antes la omisión o la supuesta traición del gobernador Del Mazo y esperaron hasta la derrota para señalarlo a él como responsable, pero sobre todo sí explicarle a sus simpatizantes, militantes y a los ciudadanos que los ven achicados, timoratos e incapaces frente al autoritarismo de la 4T y del presidente, los dirigentes del PRI, PAN y PRD le dieron vuelta a la página, se dedicaron a celebrar el triunfo en Coahuila, que fue más del candidato Manolo Jiménez y de la operación de Miguel Riquelme, y pasaron directo a anunciar que tendrán un método para elegir a su candidato a la Presidencia de la República el 26 de junio próximo.
Fue como si, con su conferencia de prensa conjunta de ayer lunes, los tres líderes de la oposición hayan decidido rápidamente sacudirse culpas y responsabilidades y ocultar, el innegable fracaso mexiquense para sus tres fuerzas políticas, tanto en lo individual como en su Alianza. Porque el PRI pierde por primera vez en la historia su último bastión superado ampliamente por más de 8 puntos y por 436 mil votos de Morena; el PAN se estanca en su misma votación del 2017 cuando sacó 682 mil votos contra 701 mil del domingo con un padrón más grande; y el PRD de plano está muy cerca de perder su registro local en el Edomex con su 2.9% de la votación que no alcanzó el 3% de ley. ¿De todo eso también tuvo la culpa Del Mazo?
La realidad es que, si bien en Coahuila pudieron festejar un triunfo que ya dijimos es más del candidato y del gobernador que fueron los encargados directos de la campaña, lo único que podrían sacar como positivo en la Alianza Va Por México es que la elección coahuilense exhibió claramente que Morena, como partido solo y sin sus aliados, pierde fuerzas y ya no resulta tan invencible. Es decir, que las rupturas, ya sea internas o con sus aliados, son la criptonita para López Obrador y su partido, pero eso es algo que ni siquiera es mérito de la oposición ni depende de ellos que pueda ocurrir o no en los comicios de 2024.
Después de ver y escuchar ayer los discursos de los tres dirigentes de Va por México, con sus discursos justificatorios, su nulo sentido de autocrítica y su repartición de culpas, no sólo preocupó todavía más que los resultados del domingo, porque si así quieren convencer a los mexicanos de que pueden volver a gobernar a este país y ser una opción al autoritarismo destructor y dispendioso de AMLO, la verdad es que hoy no convencen ni a sus propias familias.
La oposición política en México, con todo y su Alianza que presumen "fortachona", cada vez se parecen más al Partido Moderado de la República de Arepa, ese con el que el gran
Jorge Ibargüegoitia, realizó su magistral parodia del México de la dictadura priista en su novela "Maten al León". Así de ingenuos, así de torpes y así también de simuladores, haciendo como que combatían al dictador Manuel Belaunzarán, cuando se la pasaban tramando conspiraciones burdas y saliéndose de las sesiones del Congreso porque tiene que ir a un sepelio, mientras la mayoría oficial aprueba leyes reeleccionistas. Al menos los bobos del Partido Moderado tenían a su candidato Jorge Cusirack, que llegó del extranjero en su propio avión y fascinó al pueblo, pero la Alianza Opositora en México ni siquiera a eso llegan.