Kamala en Montreal

En tiempos de elecciones entran en juego aspectos aparentemente no relacionados con el perfil político de los candidatos.

En tiempos de elecciones entran en juego aspectos aparentemente no relacionados con el perfil político de los candidatos, pero que resultan de interés para los electores. En el caso de las próximas elecciones en los Estados Unidos, se discuten en los medios y las redes, por ejemplo, qué tan buenos son los candidatos en la cocina o qué tipo de música prefieren.

Ambos, tanto Kamala Harris como J.D. Vance, el candidato a la vicepresidencia por parte del Partido Republicano, poseen excelentes habilidades culinarias y una gran pasión por la cocina. Otro aspecto significativo, que toca fibras sensibles en cuanto a emociones, es el tipo de música que ambienta las grandes reuniones políticas.

Lo anterior indica que los ciudadanos ponen atención e identifican qué cantantes apoyan a sus candidatos. A lo largo de esta semana se llevó a cabo, en la Ciudad de los Vientos, la Convención Nacional Demócrata. Allí se escucharon canciones realmente significativas, que son como himnos para muchos norteamericanos. Por ejemplo, los representantes de Nueva Jersey utilizaron Born in the USA de Bruce Springsteen. Por supuesto, para Alabama se escuchó Sweet Home Alabama. Para Michigan, Lose Yourself de Eminem, entre otros.

Lo anterior implica que el cantante ha cedido los derechos para que los candidatos puedan hacer uso de su música. Esto significa también que existe un apoyo político y que el artista abraza la causa, como fue el caso de Beyoncé, que otorgó a Kamala Harris, la candidata demócrata, su éxito titulado Freedom.

Los artistas, las celebridades, los deportistas, los influencers y los músicos son personas que han trabajado su imagen, poseen una gran cantidad de seguidores y realmente representan un factor de influencia sobre las multitudes. Así que no extraña que los partidos busquen la colaboración de estos talentos.

Obviamente, en este tipo de competencia electoral también existen los golpes bajos, y para ello, los directores de las campañas políticas tratan de identificar aspectos débiles o comprometedores de los candidatos rivales.

En el caso de Donald Trump, es obvio que posee muchas transgresiones a las leyes, lo que lo convierte en un blanco fácil para las críticas y señalamientos, porque una persona con este tipo de perfil y comportamiento no es conveniente para la sociedad que acceda al poder, y resulta relativamente fácil argumentarlo.

Para los colaboradores de Trump, encontrar en Kamala Harris grietas o fallas por donde atacarla mediáticamente no ha sido fácil. Trump se ha limitado a llamarla "malvada", pero se requiere más que eso para descalificar a una persona y su trayectoria personal, profesional y política.

Los medios de comunicación de Canadá debaten por qué la actual vicepresidenta de los Estados Unidos, y también candidata demócrata a la presidencia, ha omitido hablar sobre una parte de su vida, contenida entre los años 1976 y 1981, es decir, un lustro en el que la susodicha vivió y radicó en la ciudad de Montreal.

El equipo de Harris no lo oculta, pero digamos que lo mantiene como un tema tabú, del que no se quiere hablar, como si fuera un pecado haber vivido en otro país durante su infancia y adolescencia. Obviamente, los republicanos, específicamente el candidato a la vicepresidencia, J.D. Vance, se ha dedicado a llamarla de manera despectiva: "canadiense", desacreditando así su identidad y patriotismo norteamericano.

Los medios canadienses, especialmente los montrealeses, han investigado más sobre este período de la vida de Harris, donde radicó en el barrio inglés de Westmount. Allí vivió y asistió a la escuela Westmount High, donde cursó parte de la secundaria y la preparatoria.

La familia de Harris posee un alto nivel educativo: su padre obtuvo un doctorado en economía, y su madre realizó estudios de posgrado en el área de la salud, siendo contratada por la prestigiosa Universidad McGill, con sede en la ciudad de Montreal. Allí, la doctora Shyamala Gopalan trabajó por más de tres lustros, aportando innovaciones en el tratamiento del cáncer de la mujer.

Este fue el motivo por el que Kamala Harris, de 12 años, llegó a la ciudad de Montreal proveniente de Oakland, California. La madre de la vicepresidenta pensó que sería conveniente que su hija aprendiera francés, así que la inscribió en una escuela francófona. Pero no fue una buena idea, ya que la joven Kamala no poseía estudios previos de la lengua, lo que fue muy traumático para ella. Hoy bromea con ello, señalando que se sentía como un pato, respondiendo con un "¡Qui!, ¡Qui!, ¡Qui!" a todo lo que le decían, ya que no entendía nada.

Su madre comprendió la situación y la cambió a una escuela anglófona, por lo que prácticamente el mundo volvió a la normalidad angloparlante, a excepción del clima québécois, que no se parece en nada al de Oakland, California.

En las fotos se ve a la joven Harris disfrutando de sus amigos, todos ellos con un trasfondo multicultural significativo, por lo que el tema de la diversidad fue una vivencia que se consolidó desde aquella etapa de su vida. Se le ve radiante, con la energía entusiasta de una joven sociable y amiguera. Le gustaba, como a todos los chicos y chicas de esa época, la música disco, y se identificaba mucho con las celebridades y artistas de origen africano, como Donna Summer.

En las imágenes fotográficas se le observa con un pelo ondulado de gran extensión, lo que era en aquel tiempo parte de una moda propia de la comunidad y cultura negra. Fue en esa época donde se dio una gran identificación y se creó una identidad y afinidad con esta cultura, aun cuando en su ADN también había una porción igual de sangre hindú.

Ella asegura que en esa época vivió un sentido de homesickness muy profundo, realmente extrañaba su tierra natal. No dudo que haya tenido episodios depresivos, considerando que se encontraba en una tierra francófona donde la falta de sol y el intenso frío ponen a prueba el temple emocional de cualquier migrante.

Durante este período, tuvo una mejor amiga, de nombre Wanda Kagan, con quien se identificó mucho. A pesar de que Harris no era mulatta, ambas compartían el ADN africano, lo que les permitió construir una identidad y filiación racial importante en ese momento evolutivo de vida.

Esta gran amiga no estaba exenta de problemas: tenía un padrastro que la acosaba, así que relató esto a su amiga Harris, quien inmediatamente le ayudó, abriendo las puertas de su hogar para que la joven viviera con ellas, alejada del peligro inminente del acosador.

Hoy en día, Kamala Harris asegura que esta experiencia la sensibilizó y contribuyó a que decidiera dedicar su vida a defender a las personas que sufren del abuso de los poderosos.

Montreal está en la historia personal de la vicepresidenta norteamericana. Fue una experiencia significativa que moldeó su carácter y le permitió reconocerse como norteamericana y californiana, al acrecentar en ella su deseo por volver a su terruño. La duda radica en por qué minimiza esta experiencia significativa de vida.