Justicia

La justicia aún existe y ayer, por fin, se hizo justicia en San Pedro Garza García, Nuevo León

"Estoy a favor de la verdad, la diga quien la diga. Estoy a favor de la justicia, a favor o en contra de quien sea"

Malcolm X

La justicia aún existe y ayer, por fin, se hizo justicia en San Pedro Garza García, Nuevo León.

El Ayuntamiento sampetrino aceptó la recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y en su Sala de Cabildo expresó una disculpa pública a don Gustavo de la Garza Ortega, por las acciones emprendidas en su contra por la Administración anterior, encabezada por Miguel Treviño de Hoyos, mismas que fueron consideradas como violatorias a los Derechos Humanos de don Gustavo y su familia.

¿El pecado de don Gustavo? Ser amante e impulsor del arte, en especial de la música y la ópera, por lo cual construyó en su casa uno de los mejores, si no es que el mejor, recintos de concierto que puedan existir en el país y en el que, ¡oh pecador!, organizó algunos eventos de carácter benéfico que jamás tuvieron ánimo de lucro alguno.

Resulta que a algún cobarde, de esos que tiran la piedra y esconden la mano, no le parecieron los conciertos de don Gustavo y lo acusó con el entonces alcalde Miguel Treviño quien, emulando al famosísimo "Comanche" de "Los Beverly de Peralvillo", sentenció: "Yo soy muy celoso de mi deber" y mandó clausurar la sala de conciertos utilizando todo el aparato municipal disponible.

Ante los agravios don Gustavo se defendió legalmente, lo cual despertó la ira de Miguel quien, contra la razón y por la fuerza, no sólo buscaba la clausura, sino derribar y desaparecer la sala de conciertos de la casa del empresario y benefactor regiomontano; y si no buscó encarcelar a don Gustavo y pedir para él la cadena perpetua, fue porque sabía que su desviada interpretación de la ley no le favorecía.

No se requiere de mucho, basta sólo con comparar las trayectorias, capacidades y logros de los dos personajes de esta historia, para darse cuenta de la verdad. Pero además, ¿por qué castigar, insultar, humillar y exhibir a quien con su dinero y en su casa organiza una fiesta privada, respetando niveles de ruido permitidos y otras monerías, para sencillamente disfrutar y promover el arte?

El ex alcalde Treviño de Hoyos confundió su responsabilidad y en lugar de Presidente Municipal se sintió Rey al que todos debían obedecer y cuyas órdenes eran inapelables, por ello es que jamás cejó y mucho menos aceptó la recomendación emitida por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de disculparse con don Gustavo.

Aunque en este caso no fue pronta ni expedita, la justicia por fin llegó de la mano de Mauricio Fernández quien acató la recomendación y giró instrucciones para que el Municipio de San Pedro expresara una sincera disculpa pública por el errado proceder y formas de su antecesor.

Como bien señaló Susana Méndez Arellano, titular de la CEDH en Nuevo León, lejos de disculparse con este hombre, deberíamos estarle rindiendo homenaje por su vida, su trayectoria y las muchas obras de beneficio que ha dado a Nuevo León y México.

Don Gustavo, al fin noble y bueno, agradeció la atención recibida con sabías palabras: "Este momento lo guardaremos, mi familia en sus tertulias; las autoridades en sus experiencias; mis vecinos y amigos en sus convivencias y yo en mis reflexiones ocasionales de perdonar y olvidar".