"Donde todos piensan igual nadie piensa mucho"
Walter Lippmann
Resulta increíble que los grandes avances de nuestro tiempo no hayan sido capaces de impulsar una transformación real en el discurso de los candidatos políticos.
Ni con la llegada de la Inteligencia Artificial los aspirantes a los distintos cargos son capaces de establecer propuestas inteligentes, novedosas y de vanguardia; las mismas frases gastadas, promesas, promesas y más promesas que saben que no cumplirán y golpes de timón dictados por la coyuntura y no sustentados en una agenda estratégica a la caza de votantes.
Hoy dicen una cosa en una colonia y sin pudor ni recato, al día siguiente dicen lo contrario en otro barrio, a según las conveniencias.
Llevan menos de dos semanas y son sólo los aspirantes a cargos federales y ya me aburrieron. Los que andan por la libre y que participarán en los comicios estatales no cantan mal las rancheras y además de decir sus obviedades, se sacan de la chistera frases para el anecdotario que resulta un contento.
Te das cuenta de que son campañas basadas en la ocurrencia y las que llegan a tener una partícula de herramientas como las encuestas sólo emplean las generalidades, sin profundizar ni acercarse a lo que de verdad pudiese ser un compromiso serio en caso de ganar la elección.
¿Qué aquí les duele la seguridad? ¡Vamos con ello! ¿Qué acá quieren escuelas? ¡Promesa firmada con sangre, ante Notario y chin-chin el que se raje!
Sería ideal, y se los dejo de tarea como una aportación gratuita a los partidos políticos, el realizar un conversatorio con todos sus candidatos a los distintos cargos abordando los verdaderos problemas que nos aquejan, a fin de proyectar la oferta política del partido, con el compromiso de que serán los propios militantes de su institución quienes se encarguen de que esas ideas se cumplan.
Así, por ejemplo, sabríamos el compromiso del Partido X en el tema de la movilidad, con la visión y propuestas de los candidatos a alcaldes los que quieren ser diputados locales y/o federales, los senadores; qué harían en caso de ganar con la contaminación, cómo resolverían la seguridad, qué podemos esperar de ellos para el abasto de agua.
Esos acuerdos, ya consensuados, podrían ofrecerse después a los candidatos presidenciales como el compromiso de Nuevo León para los siguientes años.
Pero no, es más fácil ir a llevarle una camiseta y una cachucha a doña Chonita, abrazarla y tomarse una foto, diciéndole que ahora sí va la buena, que ahora sí le van a cumplir, que ahora sí harán lo que tantas veces le han prometido y jamás le han cumplido, aunque saben que no es verdad, que no lo harán.
El discurso, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo vano, hueco, fútil y por eso no los toman en serio. Bailan, aplauden, sonríen, pero sólo esperando a ver qué les van a regalar, porque en el fondo ya los conocen y saben que unos, otros y otros, son cortados con la misma tijera.