"El primer paso de la ignorancia es presumir de saber"
Baltasar Gracián
"Que atrevida es la ignorancia", dice el refrán.
Y mire que sí. Y no es que sea pecado el desconocer las cosas, pero sí que lo es el dirigir los destinos de una ciudad desde el desconocimiento de su historia y su actualidad, además del simple hecho de no ser capaz de rodearte de un equipo que te guíe y asesore en las cuestiones más básicas.
Y no se va como llegó, deja la alcaldía de la capital de Nuevo León con un sabor amargo entre la ciudadanía por sus desatinos, su apatía y la tozudez de anteponer sus ideas por encima del bienestar general.
Presume Luis Donaldo Colosio, el todavía alcalde regio, el haber invertido 5 mil 353 millones de pesos en 534 obras en su gestión, es decir a 10 millones por obra, pero, ¿en dónde están? Apenas el inútil puente que conecta el Parque España con Fundidora y el programa de recarpeteo que acaba de iniciar. Ni modo que las banquetotas hayan costado 10 millones.
Afirma el Edil que redujo en un 100 por ciento las muertes y en un 50 por ciento los accidentes en 38 cruces viales. ¿Y cómo no?, si para hacer lo que hizo se tardó un montón de tiempo cerrando calles y obstruyendo carriles. ¿Por qué no informa en cuánto contribuyó a la contaminación ambiental y a la pérdida de horas-hombre con sus ocurrencias?
Ahora, al 15 para las 12, Luis Donaldo tiene la brillante idea de meterle 44 millones 279 mil 377 pesos al viejo Teatro "José Calderón" para rehabilitarlo.
Aunque tengo años de no entrar en él, conozco cada rincón del recinto pues ahí actué en un par de obras siendo un jovencito. Pero eran otros tiempos, era otro Monterrey.
¿Para qué meterle dinero a un espacio que no tiene las condiciones necesarias para cumplir su función? Es un teatro chico, con una pésima ubicación, que carece de estacionamientos a su alrededor. ¿Qué es lo que pretenden hacer con él?
Ir a ese sector de la ciudad por la noche es una sentencia asegurada de ser víctima de un asalto y no de ahorita, sino de hace muchísimos años. A un costado, en un pasillo entre el Teatro y La Ciudadela se escondía para sorprender a incautos hace ya muchas décadas un travesti a quien llamaban "La Marlboro", al que conocí porque mi viejo compañero y amigo iluminador Jesús Soto puso su taller en un espacio de ese zaguán.
Hace algunos años charlando con un ex Secretario de Desarrollo Social de Monterrey, me preguntaba qué hacer con el teatro y le respondí: es sencillo, intervenir toda la manzana y hablar con los propietarios para conseguir comprar y ahí construir un área artística y cultural de primer nivel o de plano, mudar el teatro a otra ubicación y ocupar los espacios para hacer oficinas.
La esquina de Juárez y Tapia tiene historia, pero muy poca plusvalía y los únicos interesados en comprar ahí serán los vendedores de colchas de los alrededores. Los recursos destinados a rehabilitar el teatro son un despilfarro que no nos merecemos los regiomontanos, porque una vez arreglado el lugar tendrá dos o tres eventos y párele de contar.
Y así por el estilo, si le vas rascando te darás cuenta de que el legado de Colosio en su paso por la alcaldía será, además de intrascendente, oneroso e inservible.