Para trabajo igual debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad.
Fracción VII del Artículo 123 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
El Constituyente de 1917, reunido en Querétaro entre diciembre de 1916 y enero de 1917, aprobó una disposición de avanzada social, política y económica para su tiempo, al establecer que para un trabajo igual debe corresponder un salario igual sin distinciones de sexo o de nacionalidad.
Hace 107 años, el reconocimiento de la igualdad retributiva en la Carta Magna representó un extraordinario avance para nuestro país, igualmente por prohibir las condicionantes de sexo y nacionalidad.
El Legislador Mexicano no solamente consagró el principio de igualdad salarial entre mujeres y hombres, sino también el principio de no discriminación motivada por preferencias sexuales u origen nacional, adelantándose mucho antes a otras Constituciones promulgadas tras la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de tales adelantos, se trata de un derecho olvidado por la cruda realidad del ´machismo mexicano´ patriarcal y capitalista, que la economista Ifigenia Martínez (qepd) combatió durante más de 70 años.
A una semana del histórico día en que entregó ¡a sus 94 años de edad! la banda presidencial de manos de Andrés Manuel López Obrador a manos de Claudia Sheinbaum Pardo, rendimos homenaje luctuoso a la Presidenta de la Cámara de Diputados por ser una de las pioneras de la transformación de México y de las causas de las mujeres desde su lucha como sufragista en 1953.
Ifigenia Martha Martínez y Hernández, su nombre civil, estudió la Licenciatura en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fue la primera mexicana que obtuvo la Maestría en Economía en la Universidad de Harvard, en donde también concluyó su doctorado.
Inició su carrera profesional como profesora de Finanzas Públicas de la UNAM y catedrática del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), desde donde fue convocada a participar en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de la cual es cofundadora.
En 1960 fue nombrada investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y en 1967 es designada como la primera directora de la Escuela Nacional de Economía de la propia UNAM.
Tras la invasión del Ejército Mexicano a la Ciudad Universitaria fue una de las principales defensoras de la autonomía de la Universidad y luego de las masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971 se convertiría en defensora incondicional de los movimientos estudiantiles.
Por su resistencia a la represión gubernamental terminaría presa en una celda de la policía de Ciudad de México y su carrera política daría un giro, pues de ser asesora de la Secretaría de Educación Pública, coordinadora de asesores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y jefa de la Oficina de la antigua Secretaría de la Presidencia, además de diputada federal del PRI y representante de México ante la ONU en Nueva York, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo crearían la Corriente Democrática y renunciarían al PRI.
De ser una de las primeras mujeres en puestos de alta responsabilidad pública, Ifigenia se transformaría en una de las máximas representantes de la izquierda mexicana y abrió brecha a la participación femenina en la economía, la academia, la diplomacia y la política nacional.
Dos veces senadora y cuatro veces diputada federal, una de ellas como digna representante del Partido del Trabajo en la LXI Legislatura del Congreso de la Unión, pugnó siempre porque el Estado Mexicano promoviera, respetara e hiciera cumplir el mandato constitucional sobre la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina, sin dejar de cuestionar que el Gobierno Federal omitiera las reformas laborales para cumplir la igualdad retributiva, principio que México ratificó en el Convenio 100 ante la Organización Internacional del Trabajo (la OIT) desde 1952.
¡Desde la verdadera izquierda nos enorgullece Ifigenia Martínez! En ella reconocemos y honramos a una mujer activa hasta sus últimos días, que dignificó no sólo a la izquierda, sino a las mujeres en la política mexicana, con su legado de lucha por la democracia, la justicia social y la paridad salarial.