Qué cansado, enfadoso y desgastante es levantarse cada día con una interrogante: ¿habrá agua?
Y tras el cuestionamiento personal, aún con somnolencia, no queda más que ir, abrir el grifo y emocionarse porque sale un chorro fresco y abundante o de plano, enfadarse por el adverso escenario y trazar la estrategia para ver qué es lo que se podrá hacer con lo mucho poco que tenga almacenado del vital líquido.
Me queda claro que hay sectores que ya tienen medianamente definido horarios y días de corte; ese sería el escenario ideal, pero en mi sector lo único que es seguro es que no se sabe cómo será el día. Hay ocasiones que tenemos suministro de 24 horas; en otras, solo un rato.
Soy partidaria de un suministro y consumo razonable del líquido, y apoyaría los cortes escalonados por zona, como sucedió en 2022; pero no sé qué piensan los directivos de Agua y Drenaje que nomás no quieren dar su brazo a torcer con este calendario, ni con una estrategia certera que a todos nos tenga, si no contentos, al menos conformes.
En el sector que he vivido por más de tres décadas, se suman dos adversidades más: con eso de que se realizan trabajos de la remodelación del casco urbano de San Pedro, los sesudos trabajadores han roto, accidentalmente y en más de una ocasión, tuberías; cuando eso sucede, de nueva cuenta nos quedamos sin agua hasta que se repara el desperfecto. El gobierno municipal prefiere no avisar, nadie quiere ser el malo de la historia.
El otro "pero", ya lo he compartido: los dueños de alberca las llenan, provocando que se vacíen los tanques para el resto de nosotros, humildes mortales.
El 2023 llevaba apenas unos 20 días transcurridos cuando Samuel García tuvo su primera encerrona con el Gabinete; en esa ocasión, dijo, se convocó a los expertos en planeación, ejecución e implementación de obra y política pública.
Sostuvo además que el 2023 sería el "año de los jonrones".
Estamos en septiembre y al menos en la política del agua –no me refiero a fotografías presidenciales de recorridos de supervisión de obra, ni llaves abiertas o débiles bombardeos de nubes-nomás no terminan de accionar algo concreto.
El fenómeno del "niño" no se han manifestado en forma de lluvia; llegó o está por llegar el Frente Frío Número 2 (¿alguien sintió el primero?) quizá llueva un día, pero eso es apenas un "mejoralito" para nuestras agónicas presas.
A la distancia me pregunto si en aquella reunión de planeación realmente proyectaron algo porque la estrategia en materia de agua está lejos de ser un jonrón, cuando hay miles de familias sin el líquido.
No demerito la obra que se ha hecho y sé que se puede tardar un poco más el almacenaje; mi crítica es que se ha dejado pasar el tiempo como si viviéramos en la opulencia hídrica.
Pero en la política están todos contra todos. Y como bien dice César Garza, alcalde de Apodaca, pareciera que se gobierna "con las tripas".
El estado manda cortar agua a determinados actores políticos y a sus familias; los municipios cancelan los restaurantes de pollo y otros de gran tradición, todo por los enfrentamientos partidistas.
Y se frena el diálogo para proceder al insulto, a la falta de respeto mandándose todos a la ch...; otros más quieren demoler casas, y unos más se amparan.
Nada de eso beneficia a los ciudadanos que solo aspiramos a tener agua, a que nos digan la verdad y a que se vea que toda decisión tomada, da resultados.