1. Sucedió lo predecible: Genaro García Luna fue declarado culpable de los cinco cargos que se le imputaban. Los momios jugaban en su contra desde el día mismo de su detención. Las investigaciones federales rara vez llegan a juicio en Estados Unidos y cuando llegan, la fiscalía gana en el 83% de los casos. A la luz de lo sucedido, no llegar a algún tipo de acuerdo con los fiscales fue una apuesta perdedora de su parte.
2. Este veredicto se obtuvo sin tener que presentar mucha evidencia material. Para el jurado, fue claramente suficiente la acumulación de testimonios, algunos de testigos colaboradores, para declarar culpable a García Luna más allá de una duda razonable ¿Se equivocó el jurado? ¿Le concedió demasiado crédito a testimonios de narcotraficantes? Es muy difícil juzgarlo a la distancia. El hecho concreto es que la evidencia testimonial fue suficiente en este caso y con estas reglas para obtener una sentencia condenatoria.
3. Más allá de las responsabilidades individuales de García Luna, este caso reveló un problema de corrupción estructural, persistente y sistémica en el aparato de seguridad y justicia en México. Y eso no se limita a la ex Policía Federal: no está de más recordar que los testimonios mencionaron a las Fuerzas Armadas, la PGR (hoy FGR), varias policías locales (entre ellas, la de la CDMX) y múltiples fiscalías estatales (allí estuvo en el estrado el ex fiscal de Nayarit, Édgar Veytia). Atender de raíz ese fenómeno estructural debería de ser la tarea central de los actores políticos y de quienes ocupan u ocupen en el futuro posiciones de mando en las instituciones de seguridad y justicia.
4. El ganador político de este veredicto es sin duda el presidente Andrés Manuel López Obrador: le da municiones poderosas en su esfuerzo de condena sistemática del pasado, en particular de los gobiernos panistas ¿Gana mucho? Solidifica a su base y sirve de agente movilizador de cara a los procesos electorales, pero creo que ya había acumulado una parte importante de los réditos generados por el proceso. Esto solo da un empujón adicional.
5. ¿Gana la DEA? ¿Gana el gobierno de Estados Unidos? En lo inmediato, tal vez ¿De largo plazo? No estoy tan seguro: el veredicto de hoy pudiera ser una victoria pírrica para las agencias estadounidenses. Como argumenté en una columna de la semana pasada, es difícil suponer que, después de lo sucedido en el juicio y luego del fiasco del caso Cienfuegos, los funcionarios mexicanos actuales, militares o civiles, vean con mucho entusiasmo la posibilidad de extraditar en breve a personajes como Ovidio Guzmán, por ejemplo. O la captura de blancos designados por la DEA. O la colaboración en el desmantelamiento de laboratorios de fentanilo. Desde dentro del aparato mexicano de seguridad, una lectura probable es que es mal negocio confiar en la DEA y en el gobierno de Estados Unidos en general. Y ese aire de sospecha probablemente se quede en el ambiente por un largo rato.
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