Flexibilidad vs rigidez

Cuando alguien es incapaz de reírse de sí mismo, ha llegado el momento de que otros se rían de él.

Thomas Szasz

Henri Bergson en su texto "La risa: ensayo sobre el significado de lo cómico" aborda una dimensión fundamental del humor: no reconocer, ni incorporar en el propio movimiento los cambios que se van presentado en el entorno, dejando al cuerpo "en modo automático" para que se enfrente a dichas situaciones; entonces, lo cómico se hace presente ahí precisamente donde uno esperaría encontrar flexibilidad y adaptación –debido a los cambios más inmediatos del ambiente– algo persevera de manera rígida, fracasando en responder ante los cambios, como en los clásicos ejemplos de ciertas películas, cuando alguien toca la puerta y abren, pero quien tocaba no se ha dado cuenta que ya han abierto y continua "en modo automático" golpeando con los nudillos la puerta, pero ahora lo hace en la frente de quien ha abierto la puerta; o la típica escena de los dibujos animados, donde el personaje camina en el vacío y sólo se cae al darse cuenta que ha continuado caminando en el aire a pesar del precipicio; produciendo la risa en el espectador, justamente como lo mostró Sigmund Freud en sus ensayos "El chiste y su relación con lo inconsciente" y "Sobre el humor", debido a una intima relación con la verdad humana, tanto general como singular, de ahí la angustia que se transforma en risa al quedar algo expuesto.

La rigidez tiende a presentarse acompañada por otras expresiones muy cercanas, como lo son el conservadurismo y fundamentalismo, que buscan pontificar las consciencias y comportamientos a través de ideas y prácticas dogmáticas, para buscar que las personas se comporten de "modo automático"; creen que a las sociedades hay que someterlas ideológicamente para poderlas gobernar, en lo posible suprimir los derechos y las libertades a su mínima expresión, convertir a los ciudadanos en clientes o trabajadores sin derechos, esclavos posmodernos, es decir,  aquellos que creen que al tener un trabajo donde son explotados están siendo libres.

Por su parte, la flexibilidad comprende movimientos de adaptación a los cambios, con miras a desarrollar soluciones creativas y responsables, lo que permite que los cambios del entorno, como la desestabilización y las crisis, no sean experimentadas "en modo automático", sino de formas variadas, responsables y creativas, lo que permite ampliar los horizontes de vida y de las capacidades humanas para hacer ahí con lo imposible, cruzar el límite: nuevas habilidades a partir de nuevas experiencias. 

Como lo planteó Simone Regazzoni en su más reciente libro, Océano, la vida humana asemeja más al mar que a la tierra, al movimiento en permanente apertura, diverso, cambiante, desconocido... que a los confines limitados y rígidos de la tierra firme. ¿Será acaso que la rigidez-tierra-cerrada-dogma es una respuesta desesperada contra la flexibilidad-agua-apertura-creatividad a la que, desde su origen, la vida humana está, no sólo vinculada, sino que a ella misma debe su existencia? 

Si la vida humana se encuentra desde el inicio en constante apertura, si ella misma es, en cierta manera, una transgresión a la vida programada biológicamente, para alcanzar lo imposible, la rigidez significa, entonces, ir en contra de esa vocación fundamental de lo humano: el cambio, la apertura, la pérdida, no como falla o error, sino como amplificación, como extensión de lo aún no conocido y explorado, aquello que permanece a la espera de ser vivido y reconocido como propio, lo flexible.