Es un honor para mí, dedicar este apunte editorial a los docentes, siendo hoy lunes 15 de mayo, fecha en la que conmemoramos los esfuerzos históricos y presentes que ha realizado el magisterio a favor del pueblo de Nuevo León.
El lema de la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza", siempre lo he considerado de gran valor simbólico, y coincido plenamente en la idea de confiar "en la vocación del maestro".
Hace varios lustros, cuando se aproximaba mi edad de jubilación, recuerdo que el planteamiento central giraba en torno a las competencias que debería de desarrollar el docente para la enseñanza en el contexto del siglo XXI.
En la medida en que profundizamos en el primer cuarto de este siglo, los retos se vuelven más complejos, la vivencia de la pandemia fue una experiencia difícil y cimbró al sistema educativo. Me atrevería a pensar que éste aún no se repone de ese inesperado golpe.
Durante mi formación en la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza", las experiencias que analizábamos giraban en torno al papel del docente en las comunidades, destacábamos la importancia del liderazgo social, y cómo éste había perdido su fuerza original.
Desde entonces considerábamos que el docente debería destacarse por su espíritu gregario, su necesidad instintiva de crear comunidad; el aprendizaje es un fenómeno social y la conducción de este debe transitar necesariamente por una comunidad participativa. La influencia de la pedagogía crítica de Paulo Freire fue muy destacada en nuestra formación. Encontrábamos en ella la aplicación de los principios materialistas de Marx, especialmente la undécima tesis sobre Feuerbach: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".
De Freire me gustó considerar la educación como un medio para la libertad; y esta idea, aunque de entrada puede parecer abstracta, en la práctica se vuelve tangible, cuando se observa cómo el niño(a) o el joven, comienzan a empoderarse a través de sus nuevos aprendizajes, cuando toman conciencia y se sienten más seguros, logran comunicar sus ideas a través del diálogo, y con ello el sesgo de la desigualdad que les oprimía, comienza a resquebrajarse.
Recuerdo en mi época de funcionario educativo, acompañamos al gobernador en turno a una gira rural, allí en una escuelita nos recibieron miembros de la comunidad. El gobernador saludó y platicó con la gente. Al finalizar el evento, camino de regreso, hizo un comentario que me llamó la atención. Observó que los campesinos mayores, algunos analfabetas, y los adultos, la mayoría "desertores escolares", cuando hablaba con ellos no le veían a los ojos, bajaban la vista. Mientras los hijos e hijas, que habían terminado los estudios recientemente o estaban en la secundaria, cuando los saludaba y platicaba con ellos, todos le sostenían la mirada.
Allí puede constatar el poder real de la educación. Se trataba de un factor de empoderamiento de una generación a otra. El peso de la desigualdad social ya no era aplastante. Estos jóvenes podrían erguirse ante el poder y establecer una conversación directa, sin sentimiento de minusvalía, sin rasgos de inferioridad. La educación había hecho su magia, y los maestros(as) su trabajo.
De Freire también recuerdo el papel del diálogo en la relación maestro(a) alumno(a). El poder de la palabra es fundamental para comunicarnos con nuestros alumnos(as), especialmente en contextos escolares como la colonia Del Prado, en la Escuela Secundaria "Profr. Plinio D. Ordoñez", donde me tocó desempeñarme inicialmente en mi carrera docente.
Como maestro de historia teníamos que encontrar el camino para que los estudiantes se motivaran a aprender la materia, para ello había que abordar los temas como si fuera uno un gran narrador, como si hubiéramos estado allí en el lugar de los hechos. Estimular la imaginación y no sólo la memoria.
Sabía además que era inevitable que me observaran y, de alguna manera, fungiría como una figura con la que pudieran identificarse, se trataba de adolescentes, y la construcción de la identidad es la tarea evolutiva clave de esta etapa. Así que siempre procuré dialogar con ellos, dirigirme de manera muy respetuosa, reconociendo sus aptitudes, sus talentos y sus potencialidades como personas jóvenes que inician en la vida.
Si tuviera que enumerar mis retos principales como maestro a lo largo de mi vida laboral, podría mencionar como principales los siguientes: (1) como profesor de la Escuela Secundaria "Profr. Plinio D. Ordoñez", tratar siempre de inspirar y orientar a las nuevas generaciones de adolescentes; (2) como director de la Preparatoria Número 9 de la UANL, haber contribuido a su fundación y consolidación en una época de gran inestabilidad política; (3) como director de la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza", haber favorecido el desarrollo institucional académico, con la fundación de los estudios de posgrado, la revista E+A, el centro de idiomas; (4) como sindicalista, participar entusiasta y activamente en la fundación del Sindicato de Trabajadores de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León.
Tengo que destacar que actualmente, como jubilado, tiene para mí un gran significado personal que me inviten a diversos actos conmemorativos, por parte de la Preparatoria Número 9 de la UANL, así como del Sindicato de Trabajadores de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León. ¡Me llena de orgullo observar cómo han evolucionado ambas organizaciones! Los liderazgos actuales de la Mtra. Claudia Jeanneth García Dueñas, así como del Dr. Oscar Uriel Torres Grimaldo (respectivamente), me dan mucha confianza y seguridad de que ambas instituciones educativas seguirán creciendo y contribuyendo a la sociedad y a nuestro Estado de Nuevo León.
Por lo anteriormente expresado, me congratulo profundamente; y me permito proclamar a los cuatro vientos: ¡Larga vida a la Escuela Secundaria "Profr. Plinio D. Ordoñez"! ¡Larga vida a la Preparatoria Número 9, así como al Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León! ¡Larga vida a la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza"! ¡Larga vida al Sindicato de Trabajadores de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León!
¡Feliz día a todos los maestros y maestras! ¡Enhorabuena!