La violencia tiene diversos rostros y modalidades: por un lado tenemos la violencia más llamativa, aquella del insulto y el golpe que produce una lesión, del daño directo que alcanza al cuerpo real; muchas veces, se cree que es el único rostro de la violencia; por otro lado, tenemos la violencia estructural, aquella aparentemente silenciosa e invisible, pero igualmente presente e implacable; por último, existe otra forma de violencia estructural, derivada de nuestra condición de seres-hablantes: el recorte que realizamos los humanos a la realidad, vía el lenguaje y la imagen, trastocando el orden natural de las cosas. Es parte de nuestra esencia, que además es vacía, producir destrucción para construir, modificar el curso natural de las cosas.
Intentemos abordar, en estas líneas, un caso muy frecuente de violencia estructural familiar con expresiones de violencia física y estructural. En las clases altas existe una lógica estructural que es una auténtica industria, una fábrica de monstruos, sujetos en serie que son "producidos" para realizar el mal sin ninguna restricción; perversos que, impunemente, hacen y deshacen a su antojo, bajo la idea de "en el fondo son muy buenos, son muy nobles".
Veamos su operación: todo empieza con una joven de familia "bien" en busca de un joven de su mismo poder adquisitivo, la belleza y el amor, pocas veces juegan un papel predominante para la elección de la pareja, subyace otra intención: casarse con alguien que pueda mantener o superar el estilo de vida que se tenía en la familia de origen. Es la estrategia del todo se vale. El fin justificará los medios. Los padres de ambos lados tienen que dar su aval.
Una vez que se logra el objetivo y "la presa" cae (¿quién casa a quién?) hay que formalizar lo más pronto posible el compromiso, no vaya a ser que se "escape", que se arrepienta. Por su parte, el joven, como buen narcisista y controlador, busca un "buen producto": relación conservadora en la apariencia, "mujer de casa" con la cual sentar cabeza y construir una familia. Todo es puesto en un escaparate, brillar socialmente es el objetivo, poner límites, respetar los derechos y la libertad pasan a segundo plano. Nada de eso importa, y si a alguien se le ocurre decir algo, insinuar que lo que se hace ese ilegal, es tachado de rojillo, chairo, alguien que se le ha olivado que las leyes y reglas son para los otros, para los trabajadores, los godines que siguen órdenes, que no tienen amigos abogados con conexiones, ni familiares notarios. La educación debe ser de derecha, machista y conservadora, con su anverso y reverso, declarando libre mercado, pero sometiendo y explotando todo a su paso, un monopolio entre cuates. Lo mismo que se aplica en la empresa se extiende en la casa y viceversa.
Luego llegan los hijos, la alegría de la familia, quienes también serán colocados y vistos como un producto, extensión del ego familiar; todo para ellos, son la continuación del narcisismo exacerbado de la familia, la perversión no tiene límites. Los limites y la responsabilidad no son vistos como elementos necesarios de la crianza y educación, nunca; como buenos perversos, los ven sólo como formas de mediocridad, "todo el mundo tiene un precio", "el cielo es el límite"; todos son catalogados como sus empleados sin prestaciones, es decir, más como esclavos. Se jactan del abuelo o abuela que se esforzó, los que iniciaron con el apellido. Ellos, por el contrario, son como animales carroñeros, se comen las sobras, no hay herederos honorables que reconquisten lo heredado haciéndolo propio, llevándolo a un nivel mucho mejor, ellos son sólo consumidores, niños chiflados, quienes ahora, a la vuelta de los años, serán señoras y señores, igualmente chiflados. Hay diversos contextos donde esto se puede verificar: consultas médicas, internamiento en hospitales, en cómo tratan al personal, trato en restaurantes y en la forma de manejar. ¡Y que no decir del manejo de sus cuentas y pago de impuestos!
A los niños chiflados, muchos de ellos con nombres bíblicos y extranjeros, les seguirán adolescentes destrampados, acelerados e impulsivos. Con la pubertad, impulsivos, consumiendo alcohol, drogas y con cero límites...poco sirve el colegio de inspiración, la universidad privada, no importa, pues ellos son todos son sus empleados, saben del orden de sus familias replicadas en el mundo...
¿Ya vieron la industria de monstruos que se generan todos los días? ¿Creen ustedes que esos jóvenes serán adultos responsables, empresarios y políticos con espíritu de servicio, ecológicos, proderecho? ¿Podrán dejar de existir esas "fabricas" de monstruos muchas veces financiadas por más de uno?