La gran cantidad de información que tenemos a nuestra disponibilidad y las diferentes descripciones e interpretaciones que hacen de la realidad, nos hacen recordar a los denominados "filósofos de la sospecha", término del filósofo Paul Ricoeur para referirse a Nietzsche, Freud y Marx quienes, desde su propia perspectiva de análisis, interpretan el trasfondo de la realidad y las motivaciones intrínsecas para expresarla de forma determinada. No obstante las diferencias, los tres coinciden en la desconfianza y en la utopía.
Ellos no hablaban de la intención de ocultar la verdad, sino de las razones profundas que llevan a la ilusión en la interpretación de la realidad. Así, las explicaciones podrían ser engañosas debido a factores psicológicos, sociales o económicos, es decir, la verdad es manipulada por procesos internos que afectan la comprensión de la realidad. Para ellos, las apariencias engañan.
De una manera muy simple Nietzsche asocia la realidad falseada con el resentimiento del débil, Marx con el predominio de los intereses económicos y relaciones de clase, y Freud con la represión del inconsciente. Nietzsche pretende la restauración de la fuerza del hombre, superar el resentimiento mediante la compasión; Marx alcanzar el bienestar social mediante una revolución y Freud llegar a la verdadera conciencia de la realidad.
Por otra parte, tenemos la "teoría de la conspiración" que nos habla de planes secretos o acciones encubiertas por parte de grupos de poder que los hace difundir información con determinado matiz. Para explicar eventos o situaciones de importancia política o social, se les atribuye una causa única sin tener evidencia racional o científica que la respalde, es decir, son causados por la conspiración de alguien. Para ellos, nada es al azar.
Y luego tenemos la "posverdad", término actual, en donde la información es manejada de manera intencional para generar confusión. Para sus seguidores, todo es posible.
Entonces, ¿qué debemos o qué podemos creer?
Y en la lucha por el predominio del matiz de la información están las figuras del "malo" y de la "víctima".
Ejemplos tenemos todos los días. Uno reciente es la publicación de un reportaje de ProPublica sobre las indagatorias de la DEA sobre un presunto financiamiento del cartel de Sinaloa a la campaña presidencial de AMLO en el 2006 que desató una guerra de declaraciones que hacen posible la sospecha, la posverdad o la conspiración. La nota reforzó la percepción de México como narcoestado, con un narco gobierno.
Y como vemos la inacción del gobierno en temas relacionados sobre todo con la seguridad relacionada con el crimen organizado, no es difícil caer en el sospechosismo o la duda. Las apariencias engañan, nada es al azar y todo es posible.
Ante el referido reportaje el presidente negó la información, subestimando la calidad del periodista autor de la investigación; lo llamó, a Tim Golden "mercenario" y "peón" al de la DEA.
Stephen Engelberg, editor de ProPublica señaló que esta no fue una filtración que busque afectar al gobierno mexicano. Expresó también que se buscó al presidente para incluir sus opiniones en el reportaje, pero no obtuvo respuesta.
La noticia hizo crecer la etiqueta #Narcopresidente que generó más de 170 millones de visitas a lo que el presidente expresó que los bots del hampa son los que mantienen la tendencia de la nota como un plan coordinado para ligarlo al narco sin tener las pruebas correspondientes "no dudo que estén metidos los del bloque conservador de México, Claudio X. González, y otros más, pero esto tiene una connotación más allá de los grupos opositores del país... Es una conspiración, es un acto de subversión", expresó Andrés Manuel.
¿Más ejemplos? Los videos de Acapulco en que los maleantes golpean a los choferes del transporte público para obligarlos a pagar el "derecho de piso" o los daños ambientales que se exhiben, también por videos, por la construcción del tren maya. Ambos casos, AMLO los califica como montajes, "no vea usted los videos porque son especialistas (los conservadores) en montajes", expresó
¿A quién creerle? ¿quién es el malo y quién la víctima?
No es ni la nueva ni la vieja política, es la mala política. Estamos fritos.
Lo peor que podemos hacer es normalizar la duda, pero ¿cómo llegar a la verdad? La tarea está en nuestra cancha. No podemos "dar por sentado" lo que se nos presenta, necesitamos de manera continua cuestionar y buscar fuentes confiables de información. Cuando es posible, verificar hechos. Evaluar la información y las diferentes perspectivas. Ejercitar el pensamiento crítico.
Y sobre todo, ser observadores de los hechos. Finalmente, el valor percibido de cada uno de nosotros dará la respuesta.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com