Los mexicanos no confían en su gobierno. Solo el 28% cree en esta institución, de acuerdo con el último dato de la encuestadora Latinobarómetro. Quizá el reporte del 18 de abril en el New York Times contribuya a reducir ese número aún más. El diario afirma que México todavía utiliza Pegasus, el potente instrumento de espionaje proveniente de Israel, a pesar de haber prometido que dejaría de hacerlo. Va más allá: con él espía a opositores del gobierno y defensores de derechos humanos.
La investigación del New York Times y Citizen Lab (un centro basado en Toronto) revela cómo el país se convirtió en el primer cliente, y en el más prolífico, del software. Inició como una herramienta para espiar a criminales, pero después se utilizó en contra de civiles, periodistas y activistas. La crítica pesó sobre Peña Nieto y lo acompañó durante casi todo su sexenio precisamente por eso. Y el nuevo gobierno aseguró que terminaría con el espionaje "ilegal" e "inmoral" del pasado, como lo llamó el presidente López Obrador.
No ha sucedido. De acuerdo con el New York Times las Fuerzas Armadas mexicanas han utilizado Pegasus para infiltrar los teléfonos celulares de defensores de los derechos humanos tan recientemente como finales de 2022. Entre ellos está Santiago Aguirre, el director del Centro Prodh (una organización que desde hace 30 años trabaja en el país).
El uso de Pegasus para espiar a civiles en México se ha reportado ampliamente. Es novedoso, sin embargo, que las últimas filtraciones detectadas hayan sido hace tan poco tiempo. En marzo también hubo reportes de que el ejército espió al activista de Tamaulipas, Raymundo Ramos, quien desde hace 13 años denuncia abusos de las fuerzas armadas.
—Es una frustración muy grande —dijo Ramos a Issa Osorio, mi compañera corresponsal de Noticias Telemundo en México. —No sé cómo afrontar un acto de ilegalidad de muy alto nivel, porque este espionaje está autorizado al más alto nivel.
¿Por qué el ejército mexicano espía a defensores de derechos humanos? El Presidente ofreció una respuesta:
—No tenemos problemas de conciencia, no somos represores, no espiamos, lo hacemos por seguridad.
Después, en medio del escándalo y en medio de semanas de tensiones con Washington, dio un giro hacia Estados Unidos. En su conferencia mañanera dijo: "Vamos a cuidar la información de la Secretaría de Marina y de la Defensa porque estamos siendo objeto de espionaje del Pentágono".
Apenas un día antes se había lanzado contra la DEA y denunció una "intromisión abusiva y arrogante" en la investigación contra los Chapitos, hijos de Joaquín el Chapo Guzmán. Según la DEA, agentes de Estados Unidos se infiltraron en el Cártel de Sinaloa y durante un año y medio se metieron en los más altos círculos de la organización criminal; tuvieron un acceso sin precedentes a su estructura, las rutas, los proveedores y la fabricación de fentanilo. Pero de acuerdo con López Obrador, lo hicieron sin autorización de México.
En el centro de todo este espionaje está la confianza: la que está ausente en la mayoría de los mexicanos hacia sus instituciones, y la que se adelgaza entre Estados Unidos y México.