Existe actualmente una lucha política e ideológica llevada al campo educativo. El gobierno federal asume su derecho a establecer un modelo educativo que considera pertinente y lo concretiza a través una reforma educativa que aspira a un amplio proceso de cambio en el sistema educativo nacional. Esta intención política de cambio se enfrenta a resistencias por parte de grupos de poder y actores políticos. La tensión suele ir en aumento y no se resuelve fácilmente.
La escuela desde sus inicios no sólo se consideró como una vía para el desarrollo del individuo y de la sociedad, pronto se identificó como un artefacto instituido para modelar la formación de los futuros ciudadanos. Las instancias de poder real y fáctico se percataron de la posibilidad de utilizar esta institución como un mecanismo de gran influencia para la reproducción de las relaciones sociales desde el ámbito ideológico y político.
En 1555 se publicó en latín el primer libro de catecismo por Pieter Kanijs, un teólogo alemán que se consideró: "El Martillo de los Herejes", al criticar en el ámbito de las ideas a los cristianos no católicos. Luchar en la época de la Reforma y en Alemania contra los seguidores de Lutero no era tarea fácil, la sugerencia del teólogo fue: "No hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma".
La religión ha utilizado la enseñanza, especialmente en las jóvenes generaciones, para influir en el pensamiento de los fieles. No sólo la católica, todas las religiones hacen uso de este recurso para adoctrinar, lo observamos hoy en día, por ejemplo, en el islam donde los niños son obligados a memorizar extensos segmentos del libro sagrado del Corán.
Existe una experiencia histórica interesante ocurrida hace siglos en el Tíbet. La religión budista llevaba una guerra crónica de facciones al interior. Asciende al poder el Quinto Lama en 1650, quien además de ser un autor prolijo, instaura un ciclo de enseñanzas religiosas, así como la impresión de libros entre otras acciones de gobierno. Logró después de 700 años, una unidad política que se conserva hasta la fecha.
En la Nueva España algunos religiosos aprendieron rápidamente las lenguas originarias de sus nuevos fieles, lograron llevar la catequesis y la conversión de las almas hacia el catolicismo. Las escuelas dominicales sobreviven hasta la fecha, donde la niñez de la comunidad aprende los valores de la religión.
Con las Leyes de Reforma a mediados del siglo XIX se logró separar el Estado de la Iglesia, a partir de allí el liberalismo mexicano ha jugado un papel importante en definir los valores de la educación mexicana. Desde entonces los principios de libertad, igualdad y justicia han estado presentes en el ideario político mexicano.
Después de la Revolución Mexicana, el siglo XX representó un anhelo de justicia social para las masas, el derecho a la educación, la salud, al trabajo fueron elementos clave para elevar el nivel de calidad de vida de las familias mexicanas.
A mediados del siglo pasado, cuando estudié mi primaria en San Agustín de los Arroyos, mis padres no recibieron apoyo del gobierno para adquirir libros de texto, tuvieron que comprarlos no sólo para mí, también para mis tres hermanas. Estoy seguro de que fue un gasto oneroso que tuvo que enfrentar la familia en condiciones económicas muy limitadas.
Años después, en el gobierno de Ruiz Cortines, en el año 1959, se creó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, desde entonces el gobierno federal tiene la obligación de elaborar y distribuir los libros de texto gratuitos para la población que cursa la educación básica.
Para muchas familias esta acción representa un gran alivio para sus finanzas, y para los niños una oportunidad garantizada de acceder a los contenidos de aprendizaje. Los libros de texto gratuitos inevitablemente contienen la orientación ideológica del gobierno en curso.
Durante el siglo XX predominó la ideología nacionalista y revolucionaria del partido en el poder: el PRI. En el siglo XXI, se reformó la educación y adquirió una orientación ideológica globalizadora y neoliberal, los valores asociados a la calidad educativa permearon los planes y programas de estudio.
Hoy en día el partido en el poder, Morena, abreva de la ideología nacionalista revolucionaria del PRI del siglo pasado, además, al mejor estilo del expresidente Lázaro Cárdenas, mezcla elementos ideológicos priístas con el socialismo científico, cómo no recordar el período de educación socialista que se vivió durante la década de 1934 a 1940.
Durante mi época como profesor participé en el desarrollo de la reforma educativa de 1992. Recuerdo que la etapa inicial de consulta nacional para identificar las problemáticas y propuestas principales del magisterio y la sociedad civil fue un proceso extenso y extenuante que logró un amplio consenso en su momento, y la implementación de los planes y programas no se enfrentó a obstáculos como actualmente observamos con la reforma del presente régimen.
Considerando la actual reforma educativa es probable que el proceso de consulta no haya sido tan amplio y participativo, lo que genera mayores resistencias por parte de los sectores sociales no involucrados en la gestión de este cambio educativo propuesto desde el gobierno.
Una reforma educativa a gran escala, para que sea efectiva requiere un trabajo de abajo hacia arriba, es decir, la participación extensa y abierta de la sociedad, especialmente los padres de familia, especialistas y el magisterio. Si los responsables de la conducción no consensan ampliamente las nuevas propuestas, aquellos sectores excluidos del proceso de participación y consulta inevitablemente se opondrán y criticarán los resultados obtenidos.
Las reformas educativas que se gestan únicamente desde arriba hacia abajo son percibidas como imposiciones autoritarias y generan un nivel de rechazo social mayor. Para los responsables de elaborar una reforma educativa puede ser más fácil trabajar en petit-comité con grupos afines ideológicamente, además se labora contra reloj, a toda prisa, con ello resulta más cómodo tratar de imponer la reforma curricular utilizando el poder basado en la verticalidad del sistema, con un claro talante autoritario, al viejo estilo priista del siglo XX.
Además, los libros de texto gratuitos al formar parte de la escuela como institución que facilita la reproducción social de los valores propios de un régimen político han sido rechazados históricamente y hoy en día, por sectores sociales que poseen posturas políticas y visiones ideológicas distintas a las del gobierno en turno.
La escuela es un espacio históricamente propicio para el adoctrinamiento, donde se unen los valores con una carga emocional profunda en la psique del niño o niña. Los símbolos patrios son el mejor ejemplo de cómo la ideología se incrusta en la mente infantil a través de los símbolos (escudo y bandera) y la música (himno nacional). Todo ello en un contexto de narrativas de la historia acordes con la ideología del grupo gobernante.
Sé que existe una interdicción jurídica para la entrega de los textos obligatorios, los funcionarios de la SEP deberán comprobar que siguieron los procedimientos legales para la formulación de éstos.
Lo que también sé es que los docentes, a lo largo de la semana pasada, tuvieron oportunidad de explorar los libros de texto digitales. Puedo afirmar que éstos han sido bien recibidos en general. Los docentes los encuentran pertinentes, útiles para su trabajo como materiales educativos, los diseños también tuvieron éxito ya que permiten que el texto, la imagen o el sonido, se transformen fácilmente en un material didáctico ipso facto; los ilustradores tuvieron mucho tino en volverlos muy llamativos y de fácil acceso para apoyar el aprendizaje de los contenidos.
Obviamente en este primer acercamiento, los docentes no lograron conocer a fondo el contenido educativo, pero sí se empaparon de las metodologías, esto también ha sido un gran éxito. El docente cada vez está comenzando a disfrutar y valorar la autonomía profesional, una flexibilidad que le permite adaptar los contenidos y materiales al proceso de aprendizaje individualizado de los estudiantes.
En una escala de 1 a 5, siendo este último valor el más alto, creo que los docentes darían a los libros de texto obligatorios un 4. Todos los gobiernos tratan de adoctrinar utilizando para ello la educación, no es la excepción en este caso. El formar ciudadanos participativos, críticos y emancipados de mecanismos de opresión social es una aspiración ideológica que transformará la mentalidad de las personas de manera profunda.