La política es el arte de gobernar, pero también la capacidad de transformar las adversidades en oportunidades para lograr el bienestar común. Un liderazgo auténtico, además de administrar recursos, posee carácter y templanza para tomar decisiones, así como sabiduría para anticipar las consecuencias a largo plazo. Los momentos de tensión revelan siempre la verdadera naturaleza de las y los líderes y les dan la oportunidad de demostrar que la política no se trata de poder, sino de servicio.
En "La República", Platón expone un ideal que sigue vigente: el del gobernante que une conocimiento profundo y virtud moral para conducir a su pueblo hacia la justicia y el bienestar. Este líder, según el filósofo griego, no busca el poder por ambición, sino que es una responsabilidad que asume con conciencia y humildad.
Hoy, México tiene en la presidenta Claudia Sheinbaum un reflejo de ese ideal. Su actuar ante las recientes amenazas de fijar aranceles a nuestros productos, por parte del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, es un ejemplo de liderazgo basado en el diálogo, la cooperación y la defensa de la soberanía.
Gracias a su capacidad de análisis, la mandataria ya había planeado estrategias para enfrentar tal contexto. Su respuesta, inmediata y contundente, fue una carta que, lejos de la confrontación, buscó construir puentes, enfatizando que desafíos como la migración y el combate al fentanilo no se resuelven con amenazas ni con aranceles, sino con cooperación y entendimiento.
Esa misma visión fue el sello de la posterior conversación telefónica que ambos sostuvieron, descrita como "muy productiva" por Trump, y en la que la mandataria subrayó que México está gestionando las caravanas migrantes con una política basada en la dignidad y los derechos humanos, construyendo puentes y no muros.
Esta actitud, alejada de la sumisión, reafirma que México colaborará en temas de interés mutuo, pero jamás cederá a presiones o imposiciones que vulneren nuestra soberanía. Respecto a la migración, el objetivo es asegurar que sea ordenada, regulada y segura, como establece la ONU. En cuanto al combate al fentanilo, la oferta fue fortalecer la cooperación bilateral y compartir las campañas de prevención institucionales que han dado buenos resultados en nuestro país.
Se equivocan todos aquellos que han apostado por una confrontación. Quienes desean ver una pelea o una guerra de declaraciones quedarán decepcionados. La presidenta respondió con prudencia y estrategia, recordándonos que defender la soberanía no es algo nuevo para el movimiento de la Cuarta Transformación.
La jefa del Ejecutivo continúa con una actitud sobria y republicana. Mientras otros líderes, como el primer ministro canadiense, acuden a Trump por cálculo electoral, nuestra presidenta actúa con inteligencia y sin desesperación. Su enfoque es estratégico, priorizando los intereses del pueblo mexicano por encima de cualquier impulso político.
En el Poder Legislativo, particularmente en la Cámara de Diputados, estaremos acompañando a la presidenta. Nuestro respaldo será total, ejerciendo nuestras facultades —legales y constitucionales— para preservar la soberanía y asegurar que México enfrente con éxito este y cualquier otro desafío.
Estoy convencido de que, a partir de enero próximo, prevalecerán el entendimiento y la buena vecindad entre México y Estados Unidos. Los problemas compartidos no se resolverán desde la confrontación, sino desde la cooperación y el respeto mutuos.
Es primordial mantener la unidad como pueblo y nación, firmes en la defensa de nuestra soberanía. La fortaleza de México reside en su gente, en su capacidad para enfrentar los desafíos con determinación y esperanza. Con el liderazgo de la presidenta, tenemos la certeza de que el entendimiento, guiado por la razón y el diálogo, nos conducirá hacia un país más fuerte, independiente, próspero y en paz.
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