In memoriam de Benito Juárez, en su natalicio, y al Gral. Lázaro Cárdenas.
El principio fundamental para la paz entre los estados nació en el siglo XVII cuando el padre del derecho internacional, Hugo Grocio, publicó su famoso libro "El derecho de la guerra y de la paz"; mente brillante, primer estadista que se opondría a la intervención, agresiones unilaterales de un estado en otro.
El criterio anterior fue consagrado en la Carta de las Naciones Unidas (26 de junio 1945) para mantener la paz y la seguridad internacional, prohibiendo actos de agresión de un Estado contra otro (art. 1°, ONU). Afirmando que "la solución de problemas internacionales entre los Estados deberá basarse en la cooperación", subrayando que los países miembros de la ONU deberán abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza unilateral que pueda afectar la integridad territorial de cualquier Estado (art. 2°). Ante cualquier controversia los Estados deben arreglar sus diferencias conforme al pacto de la Carta de San Francisco, la cual estableció claramente las condiciones específicas para el uso de la fuerza legal y legítima que ponga en peligro la paz.
Recientemente escuchamos amenazas provenientes de nuestro vecino del norte francamente injerencistas. La propuesta es enviar una expedición punitiva con tropas de ese país para atacar las redes del crimen organizado, declarando a estas terroristas, lo cual fue descalificado por el presidente Joe Biden.
El gobierno mexicano, ante las amenazas mencionadas, levantó la voz condenando enérgicamente las perversas e inadmisibles intentonas de lesionar nuestro orden constitucional, la integridad de nuestras instituciones y soberanía.
Muy pocos mexicanos levantamos la voz para condenar esta perversa pretensión, olvidando y desconociendo los viejos agravios que México ha sufrido desde nuestra independencia nacional por parte de los Estados Unidos. Siempre aprovechan nuestras debilidades, así como la falta de unidad nacional por lo que en el pasado hemos sido despojados de enormes gajos de territorio nacional, la respuesta debería ser: unidad ante las asechanzas del exterior.
Que nadie se confunda, México es un país de instituciones y leyes. Los problemas nacionales deben ser resueltos por los mexicanos, contando con el apoyo y lealtad de nuestras Fuerzas Armadas, de tierra, mar y aire, verdaderos garantes y defensores de la seguridad exterior e interior. Estas fuerzas son el pueblo uniformado y no le fallarán nunca a las instituciones nacionales. Son la columna de hierro más confiable, siempre leales y listas para defender al pueblo mexicano cuando los organismos policiales que deberían defender el orden público sean rebasados.
No es momento de titubeos, es la mejor ocasión para levantar la voz de nuestra conciencia de unidad ante injerencias, amenazas que nuevamente traten de dividirnos. El pueblo ha aprendido las heridas del pasado, nuestra respuesta debe estar basada en el derecho de la razón y la ley, responder con el apotegma del gran Benito Juárez: "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".