Las leyes reflejan una respuesta jurídica a las necesidades y problemas sociales más acuciantes. En la literatura clásica sobre el tema, siguiendo al barón de Montesquieu en 1748, en su texto sobre "El espíritu de las leyes", éstas deben emanar y adaptarse a las características de cada sociedad. Deben reflejar una comprensión profunda de las circunstancias culturales, sociales económicas y políticas de cada país.
Observo con beneplácito que hoy en día se legisle más activamente sobre la protección de los animales y se piense en cómo fortalecer su bienestar. Las leyes responden a las necesidades sociales y también reflejan los valores humanos a los que se aspira alcanzar como comunidad.
Es conocido el estudio en el ámbito de la criminología que establece como antecedente general en las personas psicopáticas que violan y asesinan, el maltrato animal como elemento clave diagnóstico. La incapacidad para establecer un vínculo empático con una mascota, forma parte de una dinámica de la personaldidad más amplia, que se refleja posteriormente en conducta violenta hacia los semejantes.
El vínculo humano-canino es una oportunidad para desarrollar habilidades sociales de cuidado y protección hacia una mascota, por más insignificante que pueda ser el rol y estatus de esta y sin esperar nada a cambio. En algunas cárceles se ha implementado lo que se conoce como Terapia Asistida por Animales de Compañía que busca que los reclusos puedan desarrollar vínculos empáticos hacia los animales, especialmente los perros. Eso les ayudará en su proceso de reinserción social.
Son múltiples los temas que podríamos abordar a propósito del papel que juegan los perros en la vida del ser humano, en términos generales éste es muy benéfico; independientemente si se trata de un animal de compañía o de trabajo, podríamos señalar los siguientes aportes: la fidelidad sería uno de ellos, el perro es muy constante en sus emociones de alegría al encontrarse con sus amos; en lo personal me sorprende cuando llego a casa y la Chumina me recibe siempre alegre de verme, al menos esa es mi intepretación subjetiva del comportamiento que observo; creo que esta constancia de emociones convierte a la mascota en un verdadero tesoro emocional, profundizando con ello, cada vez más, el vínculo humano-canino.
Generalmente se hace referencia al tema de la lealtad como un valor canino, pero realmente los animales no tienen una escala axiológica ya que no viven en el mundo del lenguaje simbólico, pero sí tienen un comportamiento orientado a seguir al líder de la manada y, por lo general, el "amo" es el jefe sin que lo sepa, el perro será un seguidor fiel y apegado, algo que en el mundo simbólico humano entendemos como compañerismo. "El perro es un fiel compañero", escuchamos decir.
Lo que más me gusta de este tema del papel del perro en la vida del hombre, es su rol sanador. Un perro bien integrado al núcleo familiar traerá felicidad y bienestar inevitablemente, a todos los miembros de la casa.
Obviamente siempre hay excepciones a la regla, los perros pueden sufrir distintos tipos de afecciones emocionales, especialmente derivadas de malas prácticas de la crianza temprana, presentando trastornos psicosomáticos, suelen ser muy sensibles al estrés, la separación temporal de los "amos" puede ser motivo para reactivar traumas pasados y generar ansiedad de separación. Realmente requieren cuidados no sólo físicos, también psicológicos.
Me siento feliz por los tiempos que me ha tocado conocer en vida, en mis años he sido testigo de cómo la sociedad cambia en su trato con los animales. En mi época de vida infantil, la idea era muy clara: los animales están al servicio del hombre, este señorea sobre ellos a plenitud y goce, sin miramientos.
Había muchos perros en la comunidad de San Agustín de los Arroyos, generalmente se quedaban porque se les prodigaba alguna sobra de alimento de manera constante, allí parían más perritos y algunos, los que sobrevivían, seguían pernoctando afuera de la casa; cuando intentaban entrar a la cocina se les espantaba o se les aventaba alguna migaja para que permanecieran afuera. La rutina del sabueso era la de un perro guardián: dormía durante el día y ladraba prolongadamente durante la noche.
Estaban expuestos a muchos riesgos, generalmente nos acompañaban a las diversas travesías, siempre andaban sueltos, sin correa alguna que los sujetara, en ocasiones se topaban con víboras y eran mordidos, o se tragaban algún sapo y se sofocaban, podían ser embestidos por un jabalí o atacados por un leoncillo, que eran el depredador más grande de la región.
No tenían el papel de animales de compañía o mascotas, eran criaturas de trabajo claramente. Especialmente los que realizaban actividades de pastoreo con el ganado caprino y vacuno. También acostumbraban pelear entre ellos para mostrar quién era el macho dominante, y esto era aprovechado por algunos parientes que los "cuchileaban", como si fueran gallos de pelea. No poseían más que motes que reflejaban alguna característica física relevante: "El Blanco", "El Negro", "El Chato", "La Pinta", "La Chocolata".
Hoy veo que en muchos hogares el rol secundario de animal de trabajo ha sido reemplazado por el de mascota y poseen derechos encaminados a fortalecer su bienestar integral, que se castiga el maltrato animal, que la violencia en contra de estos animales genera indignación y produce castigo a los agresores.
Cuando la figlia Carolina se enteró del tema de esta entrega a este importante periódico, se puso contenta y me dijo que sería como un tributo a las mascotas que nos hacen felicies. "Por qué no les compones un poema", me sugirió. "Imposible, esas habilidades no son mi fuerte", le respondí. "No las requieres", me dijo, y agregó: "píde a la inteligencia artificial que te ayude a hacerlo".
Así que eso hice y comparto con el estimado lector y lectora algunas frases barrocas que me parecen muy bonitas, no puedo transcribir completo el poema por su extensión, pero he aquí algunas de ellas: "Su pelaje, abrigo de seda oscura y brillante, como la noche estrellada, fascina y deslumbra al instante/ Con paso majestuoso, como un monarca real, el perro camina, sin temor a ningún mal/ Su ladrido, melodía de armonía y emoción, se expande en el aire, como un eco de devoción/ En sus saltos y brincos, hay un aire de libertad, como si volara entre los campos, en plena felicidad/ ¡Oh perro, ser sublime en tu humilde presencia! Tu amor incondicional llena de gracia mi existencia/ Eres el fiel compañero, el amigo verdadero, que en silencio escucha, que acompaña sin desespero..."