Antes de entrar en materia es prudente y de buena educación pedir disculpas a mis lectores y al director de El Porvenir por mi ausencia sin aviso de estas páginas. No fue algo a propósito, deliberado, como alguien que toma su mochila, la pone en su hombro y se aleja sin dirección. No. Es que me encontré cara a cara con la sonrisa chimuela de la siriquiciaca.
Una insuficiencia cardiaca me cortó el suministro de aire. No podía respirar. Perdí el apetito. Me cubrió con su manto de neblina el sueño. A la 34 inmediatamente. Y entonces todo fue cables de plástico, inyecciones, jeringas, extracción de sangre, dolor, vértigo y un esfuerzo desde O por conservar la vida. Un mes y medio.
Incomunicado. Exiliado de la vida exterior- No se sabe el día, no se sabe qué hora es, qué día. Tengo que escribir. Pero cómo. Los brazos llenos de cables. La Tablet, pásenme la tablet. Pero los dedos están dormidos, como mutilados de un cuerpo a la deriva. En el espacio, buscando un lugar definitivo en el espacio infinito. Y la oscuridad que solo permite ver lo desconocido, lo extraño. A la deriva. Flotando. Como un astronauta fuera de su cápsula en el espacio infinito. Y la falta de aire. Y el oxígeno. Y extracción de más sangre.
Y en mi mente el poema de la trágica Elise Cowen
Quiero vestirme y salir y tomar un autobús recoger un cheuque
Solicitar un bono
Cuerpo, porqué ese extraño sentimiento -miedo
De qué
¿La muerte? ¿La muerte tantas veces deseada?
La muerte de la mente -paz- no la disolución de la tierra.
Ya no habrá más naranjas para mis amigos. Ya no habrá más poemas, lecturas, conferencias, presentaciones de libros, funciones de lucha libre. Todo se licuará. Todo quedará atrás supeditado a la evolución del tiempo y el espacio. Si en México, la muerte es algo normal, la gente habla con muertos, hay casas habitadas por familias muertas. Nos gobiernan políticos muertos, la muerte es la muerte. La suspensión definitiva de actividades. La puerta clausurada. El camino que no se volverá a andar. La muerte es la división. Es la fragmentación del sol en destellos de destrucción.
Pero es necesario morir. Para que la cosecha de naranja sea abundante, es necesario que algunas naranjas se caigan del árbol, se pudran. Más vale algunas naranjas, que todas. Nos regodeamos en la muerte, a qué mexicanos estos, pero a la hora de la hora ay nanita. El proceso natural del término de un ciclo, por lo demás tan pequeño en tiempo comparado con la evolución del universo, nos pone el cuerpo de gallina. Somos tan grandes, somos tan finitos. Tantos amigos periodistas, escritores, han muerto.
Pero bueno, al parecer ya la libramos. No es lo mismo. Ahora las cosas se miran de otra manera, ahora todo es más lento. Hay un nuevo ritmo, más sosegado. No se puede hacer todo a la vez. El tiempo adquiere otra dimensión: ahora es importante. Y bueno aquí estanos para seguir detectando más pillerías de aquellos que se dicen políticos, servidores públicos, cuando en realidad son bandidos cobijados por supuestos triunfos electorales. Se trata también de subrayar la misión de los hombres buenos. Hay muchos.