Uno de los proyectos emblemáticos de la 4T, el controvertido Tren Maya, sigue envuelto en cuestionamientos ante la falta de transparencia del gobierno federal sobre los recursos, las afectaciones ambientales de la obra y las fallas operativas en la construcción.
Aunado al rechazo de escuchar y atender a activistas y profesionales, así como a la negativa de entregar los estudios de viabilidad correspondientes, la mega obra se suma a la lista de imposiciones del presidente que en su estilo de gobernar genera desconfianza y polarización al minimizar los impactos.
El proyecto integral tiene como objetivo contribuir al desarrollo sustentable del sureste de México. En el anexo técnico oficial se detalla que el Tren Maya constituye una oportunidad para potenciar el desarrollo social, cultural y económico de la península de Yucatán. Se trata, dice el documento, de un vehículo posibilitador de transformaciones en el entorno de la población, que permitirá mejorar las condiciones de vida de las personas.
Son 7 tramos en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Algunos tramos ya están en operación y se espera que en junio próximo esté totalmente concluido.
De acuerdo con información del Fondo Nacional de Fomento al Turismo el recorrido será de mil 554 kilómetros con paraderos y 18 estaciones cercanas a zonas turísticas y distintos aeropuertos.
Según el documento referido entre los objetivos del proyecto están restaurar la conectividad biológica de áreas naturales para cuidar a los animales y la vegetación; favorecer la conservación de los ecosistemas y los servicios ambientales; rehabilitar los ecosistemas degradados, en especial en las áreas naturales protegidas; reducir la tala ilegal e implementar acciones que promuevan un uso responsable del suelo; fomentar la producción agrícola y ganadera amigable con el ambiente para garantizar un mercado sustentable y sostenible; generar una economía basada en el aprovechamiento responsable de recursos naturales; impulsar actividades económicas que hagan un uso menos intensivo del suelo y de los recursos naturales.
Como diría mi abuelita: todo muy bonito.
Sin embargo, ante la falta de transparencia no es posible identificar, con indicadores puntuales, el logro de los objetivos anteriores, al contrario, pareciera que son la lista de afectaciones que se preveía tener.
A tres meses de concluir la obra, siguen las suspensiones judiciales por no presentar los estudios de impacto requeridos, así como las protestas de ambientalistas que señalan afectaciones como la realizada al sistema de antiguas cuevas subterráneas en la península de Yucatán que están contaminadas de concreto.
Además de las afectaciones ecológicas, en suelo y bosque, (se calcula en más de siete millones de árboles talados entre 2019 y 2023), está la opacidad en el manejo de recursos ante la posible red de corrupción que ha llevado la obra de un presupuesto de 120 mil millones a 350 mil millones de pesos, así como las asignaciones directas a proveedores gracias a recomendaciones atribuidas a los hijos de AMLO.
El Tren ha tenido problemas de operación en tramos que deberían de estar funcionando, retrasos en el servicio entre cinco y seis horas, y accidentes o problemas operativos como la inundación en la estación Teya en Mérida, el descarrilamiento de la semana pasada en el tren de Campeche a Cancún, la perforación de una tubería de agua que afectó el servicio del líquido a Chetumal y el desplome de un muro de contención en el tramo seis.
Qué lástima. Un proyecto insignia merecía una investigación de viabilidad y un proceso abierto de colaboración comunitaria y profesional también insignias.
Y lo mismo sucede con el aeropuerto internacional Felipe Álvarez que sigue perdiendo dinero, pues no termina de despegar. Cuesta más su operación que los ingresos que genera a pesar de que obligaron a los vuelos de carga del AICM a utilizar el AIFA. El año pasado el AIFA movió solo 2.6 millones de pasajeros cuando se calculaba que movería a 20 en una primera proyección que después se redujo a cinco. Y así está la refinería Dos Bocas, sin producir nada.
El presidente no da una, se pone de pechito por su estilo autoritario, opacidad en las obras y colaboradores incómodos.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com